Hace un año, los argentinos que querían comprar dólares para salir al extranjero debían pagar 18 pesos por unidad. Hoy en día, ese mismo billete verde cuesta 42 pesos, más del doble.
Algo parecido ha ocurrido con el real brasileño y en menor medida con el peso mexicano y otras monedas latinoamericanas en una tendencia que se repite en casi toda la región.
Paraguay, Uruguay, Colombia, Chile, Nicaragua, Venezuela y en menor medida Perú, Bolivia, Honduras o Costa Rica, entre otros países, han notado los efectos de un dólar más potente.
Ecuador, El Salvador y Panamá son economías dolarizadas.
Esta fortaleza del dólar, que se refleja en los tipos de cambio, tiene implicaciones negativas y positivas al mismo tiempo para cualquier economía.
Lo que beneficia a un sector, daña el poder adquisitivo de otro.
Si es bueno para quienes reciben remesas, es malo para los que quieren viajar o hacer negocios en el exterior.
Las empresas y los gobiernos tienen que lidiar también con un fenómeno que afecta a todos los aspectos de la economía.
Importar petróleo o gas, repagar deuda o contratar servicios en el exterior puede costar más o menos en función de los tipos de cambio.
Crecimiento robusto
"El dólar actualmente está fuerte porque la economía de Estados Unidos sigue creciendo de manera más robusta y más rápida en términos relativos que muchos otros países", explica Monica de Bolle, investigadora principal del Instituto Peterson para la Economía Internacional y directora de estudios latinoamericanos en la Universidad Johns Hopkins, en EE.UU.
Y es que lo que sucede en Estados Unidos sigue afectando, y mucho, a las economías de Latinoamérica.
En México, durante todo el año pasado el peso se mantuvo estable.
Entonces, hace unas semanas, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenazó con imponer un 5% de aranceles si el gobierno de Andrés Manuel López Obrador no frenaba la ola de migrantes, y la moneda mexicana comenzó a perder terreno.
"En términos generales, que una moneda se deprecie frente al dólar si tiene un comercio internacional muy intensivo con Estados Unidos, como es el caso de México, provoca que su economía sea más competitiva e impulsa el crecimiento", explica Nereida González, analista del área de mercados de la consultora Analistas Financieros Internacionales (AFI).
Esto es así porque los consumidores estadounidenses pueden comparar más baratos los productos fabricados en México.
Así que en términos de crecimiento, este es un efecto positivo de la depreciación de una moneda y de la fortaleza del dólar.
Contrapartida
Pero aunque la economía se vuelva más dinámica, la subida del dólar hace inevitablemente que los bancos centrales analicen con lupa la inflación.
"Con una depreciación del tipo de cambio frente al dólar, los consumidores verán aumentar el precio de los productos importados", afirma.
"Y esto se traduce en un incremento de la inflación y una pérdida de poder adquisitivo", dice González.
A vueltas con el caso de México, que exporta el 80% de su producción a Estados Unidos, el efecto de un dólar más caro se traslada "con mucha más fuerza a la inflación interna del país".
Otro de los problemas con los que se encontrará un país muy endeudado en dólares es que pagar los intereses de su deuda, ahora le cuesta el doble.
De ahí que el año pasado, Argentina tuviera que pedir ayuda al FMI.
"El gobierno [liderado por Mauricio Macri] ha estado tratando de reducir la inflación, pero la debilidad del peso frente al dólar impide que esto suceda a un ritmo más rápido, a pesar de la recesión en que se encuentra el país", recuerda De Bolle.
Algo similar ocurre en México o Brasil, que tienen cierto volumen de deuda externa pero no es tan significativo como el caso de Argentina.
Pero los problemas una deuda dolarizada no se limitan a los Estados. También las multinacionales verán ahogadas sus cuentas.
Para los exportadores, un dólar fuerte puede ser beneficioso en la medida en que hace que los productos que estas compañías venden sean más competitivos.
"Sin embargo, las compañías que están altamente endeudadas en dólares, pero que generan sus ventas en monedas locales, [ya sea en pesos o en reales], necesitan aumentar las ventas nacionales para mantenerse al día con sus obligaciones de deuda, lo que puede ser complicado", recuerda la experta del Instituto Peterson.
De Bolle pone como ejemplo las dificultades que atraviesa la petrolera estatal de México, Pemex, una de las compañías más endeudadas del mundo.
Así que pese a los efectos positivos para los consumidores o la actividad empresarial, históricamente, un dólar fuerte se ha sido visto como un problema en América Latina (por ejemplo, durante la década de 1980).
"En aquel entonces, los países tenían tipos de cambio fijos, por lo que sus monedas se apreciaban al mismo tiempo que el dólar", recuerda William Jackson, economista jefe de mercados emergentes de la firma Capital Economics.
"Esto los hacía menos competitivos y, en última instancia, provocó que las divisas no fueran sostenibles", dice.
Lo que es más, las economías latinoamericanas tenían mayores montos de deuda en moneda extranjera, que se volvieron difíciles de pagar.
Cambios históricos
"La mayoría de las economías latinoamericanas son ahora muy diferentes", afirma.
Ahora tienen tasas de cambio flotantes y bajos niveles de deuda en moneda extranjera.
Puede haber algunas repercusiones negativas de un dólar más fuerte, como una inflación ligeramente más alta y quizás aumentos de las tasas de interés.
"Pero estos efectos generalmente son probablemente pequeños y a cambio las exportaciones manufacturadas de América Latina se hacen más competitivas", le cuenta Jackson a BBC.
¿Qué tiene que ver la política monetaria de Estados Unidos con la fortaleza del dólar?
Las subidas de tipos de interés realizadas por la Reserva Federal, el órgano encargado de dictar el rumbo de la política monetaria en Estados Unidos, han conducido a un progresivo fortalecimiento general del dólar frente a todas las divisas.
Cuando el banco central estadounidense recorta los tipos de interés, anima a los bancos a prestar más y poner más dinero en manos de los ciudadanos y empresas.
Y sucede lo contrario cuando, como ahora, sube los tipos. Los bancos prestan menos y el dólar se aprecia.
Además, en México primero, y Brasil después, las elecciones presidenciales también provocaron preocupación en los mercados que se tradujo en volatilidad.
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