Sábado por la mañana. El avión que cubre el vuelo desde Ciudad de México hacia Tampico, Tamaulipas, permanece en tierra a la espera que se limpie la pista de despegue.
La operación dura unos 40 minutos. El viaje hacia la ciudad, ubicada en el noreste del país, usualmente dura una 1 hora con 15 minutos.
Cuando por fin pudo despegar “había una fila larga de aviones esperando, casi todos retrasados”, le cuenta a BBC Mundo el capitán Mauricio Rodríguez Aguilera.
El incidente ocurrió el sábado 27 de octubre, pero no es el único: los retrasos en aterrizajes y despegues suceden con regularidad en el Aeropuerto Internacional “Benito Juárez” de la Ciudad de México (AICM).
El decreto establece que solo pueden realizarse 61 operaciones por hora, pero no se cumple.
De acuerdo con la SCT, en horarios pico en el AICM se llevan a cabo hasta 180 maniobras de aterrizaje y despegue. Casi el triple de lo autorizado.
Lo más grave, dicen especialistas, es que el aeropuerto ya no puede ampliarse: la terminal aérea se encuentra dentro de la capital mexicana.
Los terrenos donde se podía construir una pista adicional cuando se inauguró la etapa moderna del aeropuerto, en 1952, están ocupados por miles de casas.
Esta falta de capacidad en sus operaciones, junto con el crecimiento mundial del mercado aéreo, hacen urgente encontrar una alternativa a la saturación del aeropuerto insisten autoridades y especialistas.
El AICM es uno de los 20 aeropuertos con mayor número de operaciones anuales en el mundo según el Consejo Internacional de Aeropuertos (ACI por sus siglas en inglés)
Entre aterrizajes y despegues, en la terminal aérea se realizaron 449.664 maniobras desde 2017.
Esto lo convierte en el aeropuerto con mayor conectividad de América Latina, le dice a BBC Mundo Cuitláhuac Gutiérrez, representante en México de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA por sus siglas en inglés).
“Es un eje que conecta el norte con el sur en el continente”, explica. El país “por su posición geográfica nos permite conectar la costa este y oeste de Estados Unidos, también con Asia y Europa”.
Además, el Benito Juárez es el aeropuerto con mayor tráfico de pasajeros de Latinoamérica.
El año pasado, según datos entregados a BBC Mundo por el AICM, las distintas aerolíneas movieron a casi 45 millones de personas.
La capacidad de las instalaciones aeroportuarias, según la Secretaría de Comunicaciones, es de 32 millones de pasajeros.
En Latinoamérica no existe un “hub” con tanto movimiento, insiste el representante de IATA.
“Hub”, en términos de la industria aérea, es un aeropuerto que distribuye pasajeros, carga y conecta distintas regiones.
El volumen de pasajeros, sin embargo, no es el dato central para declarar saturada a una terminal aérea señala Cuitláhuac Gutiérrez.
La clave es la capacidad para incrementar sus operaciones. Y en eso el AICM no tiene mucho espacio.
La realidad del aeropuerto Benito Juárez –y la necesidad de encontrar alternativas- se agrava con el crecimiento del mercado aéreo.
La SCT estima que para 2021 habrá una demanda de 50 millones de pasajeros en el AICM.
A esto se suma el reciente arribo de aerolíneas que no tenían conexiones permanentes con Ciudad de México, como Alitalia y China Southern.
Eso sin contar los planes de expansión de las compañías mexicanas, que amplían su flota y en poco tiempo pretenden incorporar al menos 300 nuevas aeronaves al servicio.
Y todo en las dos pistas y 99 posiciones, entre fijas y remotas, para desembarcar o para el abordaje de pasajeros que tiene el AICM.
¿Entonces cómo ha funcionado? Las dos pistas de la terminal aérea están separadas por 305 metros de distancia, lo cual impide que se utilicen simultáneamente.
Así, desde hace más de una década se utiliza una solo para aterrizajes y la otra para despegues.
Pero aun así es necesario esperar unos minutos entre una operación y otra por razones de seguridad.
Por ejemplo, en las aproximaciones a las pistas existe una separación de al menos ocho millas entre cada aeronave.
En las horas pico, coinciden los expertos, esto se traduce en retrasos de las operaciones, aunque generalmente se matizan con el equipo electrónico en la torre de control del AICM, que permite el monitoreo de varias operaciones a la vez.
“El aeropuerto de Ciudad de México está saturado desde hace varios años”, dice el capitán Rodríguez Aguilera, quien es vocero de la Asociación Sindical de Pilotos de Aviación (ASPA).
“Ya no admite más reingeniería ni tiene un lugar adecuado o geográfico para poder crecer. Se necesita un nuevo aeropuerto”.
Cuando anunció la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) que se construye en Texcoco, el presidente electo Andrés Manuel López Obrador ofreció como alternativa un sistema con dos terminales aéreas en apoyo al AICM.
Se trata de los aeropuertos de Toluca, a 45 kilómetros de la capital, y la Base Aérea Militar de Santa Lucía que se ubica a una distancia similar.
¿Esta propuesta puede ser la solución al congestionamiento del espacio aéreo en la capital del país?
“Puede funcionar o no”, responde Cuitláhuac Gutiérrez de IATA. “Cuando hablamos de sistemas de aeropuertos debemos visualizar dónde está el centro de la demanda. Y en México es la capital”.
En el equipo del presidente electo piensan lo contrario. El sobrecupo actual del AICM es de entre 10 y 12 millones de pasajeros al año.
El aeropuerto de Toluca, por ejemplo, tiene capacidad de movilizar ocho millones de personas anualmente, señalan, pero solo es utilizado por 600.000 personas.
En la Base de Santa Lucía –que funcionaría como aeropuerto internacional- el proyecto es construir dos nuevas pistas adicionales a la que ya tiene. Eso permitiría desahogar la saturación de operaciones del AICM.
En conjunto, el sistema propuesto por López Obrador podría mover anualmente hasta 70 millones de pasajeros, y funcionaría sin problemas durante cinco décadas.
El presidente electo dice que su propuesta quedará lista en tres años. Mientras, será necesario invertir al menos 5.000 millones de pesos (unos US$260 millones) para mejorar las operaciones del AICM.
El vocero de ASPA dice que con eso podría aumentarse el número de posiciones de contacto de la terminal, pero la saturación de espacio aéreo seguirá igual.
En términos reales, insiste la SCT, el aeropuerto Benito Juárez no puede aumentar más el número de operaciones. Y la demanda, señala IATA, crece a un ritmo de 6% anual.