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El ajuste al cinturón no se ha dado. Estamos siendo prácticamente engañados. El recorte preventivo al gasto público es inexistente porque se ejerce más de lo aprobado y se hacen adecuaciones discrecionales, afirma Leonardo Núñez González.
En entrevista con EL UNIVERSAL, el autor del libro El Presupuesto de Egresos Ficticio ¿Dónde quedó la bolita?, asegura que para el Presupuesto de 2018 nuevamente no se puede esperar nada para mejorar esta situación.
“Veremos lo que hemos venido padeciendo desde 1917, un gasto descontrolado”, afirma.
En su opinión, 2018 no será el año de Hidalgo porque eso pasa cada año, ya no se esperan al final de cada sexenio. Esto lo vemos con el socavón y la corrupción en funcionarios y de ex gobernadores, afirma.
Del Presupuesto Ciudadano y el portal de Transparencia Presupuestaria, considera que es un buen esfuerzo, pero insuficiente.
El libro tiene como origen su tesis para titularse de la maestría que realizó en Administración y Políticas Públicas en el CIDE.
¿Dónde quedó la bolita? Esta interrogante que lleva el título de su libro, hace referencia al juego en el que nadie sabe qué pasó.
“Es una metáfora perfecta de lo que hace el gobierno con nuestro dinero cuando se aprueba el Presupuesto de Egresos de la Federación; la mayoría se va con los números planteados y a veces es una ficción de lo que realmente se van a gastar en salud, infraestructura o, bajando a niveles más específicos, cuánto se va a ir a una obra”, puntualiza.
El problema es que durante el proceso del gasto real del gobierno las cosas son totalmente diferentes, dice. Afirma que de entrada, el gobierno gasta más de manera sistemática de lo que dice que va a ejercer y llega al extremo en el que 20% del presupuesto total de casi 5 billones de pesos se mueve a un lugar diferente a lo que estaba asignado.
“En este proceso hay muchos fenómenos que están sucediendo al mismo tiempo; tenemos que hay un gasto desbordado en áreas que no son deseables, por ejemplo, en rubros opacos como en fideicomisos, gasto de comunicación social que se dispara”, señala.
Pero al mismo tiempo hay recortes en otras áreas en las que el problema principal es que esas modificaciones se hacen sin la participación de la Cámara de Diputados, que se supone que debe aprobar o controlar el Presupuesto.
“No hay un mecanismo legal para esas adecuaciones”, acusa.
La ley dice que estas modificaciones sólo se informan al Congreso de la Unión y lo que tenemos es que el gasto se mueve discrecionalmente y de manera arbitraria sin que haya un mecanismo de control o discusión democrática y eso explica qué por eso se termina invirtiendo en obras indeseables, destaca.
Como ejemplo, refiere que en 2016 el gobierno federal gastó 613 mil millones de pesos más de lo presupuestado, es decir, 12% de lo original.
Partidos y colores. El especialista asegura que este comportamiento no es característico de algún gobierno en especial y se repite en todos los niveles, en las cámaras legislativas, Suprema Corte de Justicia, en el Poder Ejecutivo sin importar el color ni la línea o marca partidista.
“Estamos prácticamente siendo engañados. Las finanzas públicas se manejan de una manera muy diferente a lo que la mayoría creemos”, concluye el experto.