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Con nueve años de mercado alcista a sus espaldas, la bolsa estadounidense se ha vuelto cada vez más vulnerable a los achaques característicos de la edad, donde el repunte de la inflación, la normalización monetaria o el ya añejo ciclo económico arropan el regreso de la volatilidad y exacerban la sensibilidad a los riesgos geopolíticos, véase el pulso comercial entre Washington y Pekín.
Sin embargo, en el refranero de Wall Street, por todos es sabido que las tendencias alcistas de la renta variable patria no suelen ser víctimas de la vejez. Precisamente, hablando de madurez, en momentos como el actual, algunos vuelven a poner de manifiesto cómo la generación de los baby boomers, aquellos estadounidenses nacidos entre 1946 y 1964, se han convertido en una bomba de relojería para la bolsa estadounidense.
La legión de estadounidenses incluidos en dicha generación, alrededor de 74.9 millones, se erigen como el pilar de las subidas bursátiles, especialmente durante los últimos años, a medida que las primeras oleadas comienzan a soplar las 70 velas. Es a partir de esta edad cuando comienza a ser obligatorio comenzar a retirar fondos de planes de pensiones como los IRA, una especie de cuenta de jubilación que permite incluir todo tipo de productos, que benefician el ahorro para la jubilación con ventajas fiscales.
El miedo demográfico que asusta a algunos gestores parte de la base de que, a medida que estos ciudadanos comienzan a disfrutar de su retiro profesional, pasarán de haber sido uno de los principales compradores de acciones a venderlas para financiar su jubilación. Dado el volumen de personas del que estamos hablando, los expertos contemplan distintos escenarios que incluyen desde una venta masiva, que podría deprimir el valor de la renta variable, a un proceso mucho más comedido, donde el mercado sea capaz de digerir este tipo de tendencias.
Zheng Liu y Mark Spiegel, economistas de la Reserva Federal de San Francisco, relatan que la relación histórica de la distribución de edades entre la población estadounidense y el comportamiento de la renta variable que ha prevalecido desde mitad de la década de los 50 parece haberse roto desde 2011.
¿Qué quiere decir esto?, según ambos expertos la respuesta es incierta. La última vez que ocurrió algo similar fue en la década de los 90 y ello coincidió con una corrección en la bolsa de ese país. Cierto es también que factores como una mayor demanda extranjera de acciones estadounidenses, el que los inversores institucionales ya descuentan estos cambios demográficos y que los jubilados pueden seguir invertiendo en bolsa pueden amortiguar hasta las proyecciones más agoreras.
Joe Davis, economista jefe de Vanguard, la mayor gestora de activos del mundo, usa cierta clave de humor al hablar de lo que muchos definen como una película de terror titulada Stockmageddon. “La trama podría ser más o menos la siguiente: a medida que los baby boomers se retiran comenzarán a vender acciones. Los millennials, cargados de préstamos estudiantiles y traumatizados por la burbuja de las puntocom y la crisis financiera de 2008, evitarán invertir en acciones”, relata. Sin embargo, Davis considera que no existe una relación significativa entre la proporción cambiante de jubilados estadounidenses y la variabilidad del rendimiento del mercado de valores a largo plazo.
Entre los datos que avalan su postura se incluyen, por ejemplo, cómo la generación de los baby boomers abarca casi 20 años, por lo que cualquier rotación de activos será gradual. Además, de acuerdo con un análisis de la rentabilidad del S&P 500 entre 1948 y 2004, la Oficina de Responsabilidad Gubernamental de EU observó que las variables demográficas representaron menos de 6% en los cambios del rendimiento del mercado de valores.
El bono en 3% les empieza a seducir. Dicho esto, que los baby boomers no vayan a causar un descalabro en la rentabilidad de la bolsa estadounidense no quiere decir que estén dispuestos a tomar riesgos innecesarios, especialmente cuando sus pensiones en buena medida dependen de la marcha del mercado. Al fin y al cabo, el colapso bursátil de 2008 tardó seis años en recuperar sus pérdidas.
En estos momentos, a medida que la rentabilidad del bono estadounidense flirtea con 3%, algo que no ocurría desde comienzos de 2014, no es difícil pararse a pensar si algunos de estos inversores estarán dispuestos a tolerar el regreso de la volatilidad y el riesgo o partirán hacia activos con menores retornos pero más seguros. “Hay que tener en cuenta que la masa del ahorro en países occidentales ha estado en los últimos años en manos de baby boomers, no de los jóvenes. La política del QE lo que pretendía era forzar a que la gente asumiese riesgos para que subieran los precios de los activos de riesgo.
Todos esos que han ido asumiendo riesgo en los últimos 10 años ahora son mucho más mayores y están asumiendo un riesgo por encima del perfil que les corresponde y no están preparados para ver ahora volatilidad, porque se acercan a su edad de jubilación”, afirmaba Prem Thapar, codirector de inversiones de Lombard Odier en una reciente entrevista en Inversión a fondo.
Una idea que también defienden desde BlackRock. “Muchos de los baby boomers buscan la preservación de capital en lugar de crecimiento, por lo que solemos ver cómo muchos de ellos suelen virar sus inversiones a activos de ingresos fijos”, explica Karen Schenone, estratega de BlackRock iShares, al hablar de los últimos años antes de muchos estadounidenses planeen jubilarse.