La mañana nublada y lluviosa en Palacio Nacional anunciaba un día triste.

A las 7:19 horas, el presidente Andrés Manuel López Obrador ingresó al salón Tesorería para encabezar su tradicional conferencia y, detrás de él, vistiendo un pantalón y blusa café, Tatiana Clouthier, quien de inmediato comenzó a buscar la silla que tenía su nombre. Era la última mañanera en la que participaría.

A 40 minutos de haber iniciado su conferencia, el Presidente informó que había recibido la renuncia de Clouthier a la Secretaría de Economía y que, pese a que le había insistido en que se quedara, ella decidió retirarse, pero que se mantendría en la lucha por la Cuarta Transformación.

“Nos ha apoyado y, repito, vamos a sentir su ausencia, pero, como lo hemos platicado, ella va continuar siempre con sus convicciones, defendiendo la justicia e impulsando el desarrollo político democrático del país”, dijo.

En seguida, “para evitar especulaciones”, Clouthier leyó una carta en la que aseguró que su oportunidad de sumarle al equipo del Presidente estaba agotada y, por ello, al hacer un símil con el béisbol, decidió pasarse “a la porra, desde donde seguiré con ánimo al equipo o, como decimos desde el espacio común, a ser una más que trabaja por la patria”.

Con voz entrecortada y a punto del llanto, la también excoordinadora de campaña presidencial, agradeció al primer mandatario por “poner mis capacidades al servicio de la patria. Sobre todo, por mostrarme que cuando de servir se trata no hay cansancio, enfermedad o barrera que no se pueda superar”.

Al terminar, caminó hacia el Presidente quien comenzó a aplaudirle, mientras la entonces ya exsecretaria lo abrazó, acto que él no respondió, por lo que decidió retirarse a su silla, donde fue felicitada por el subsecretario de Seguridad, Ricardo Mejía Berdeja, y por Carlos Torres, secretario técnico de Presidencia.

Tras esto y sin voltear al Presidente, decidió retirarse de la conferencia y salir de Palacio Nacional.

Sola, caminando bajo el piso mojado de la calle Moneda y con una chamarra negra para soportar el frío que se dejaba caer en el Centro Histórico, Clouthier aseguró a reporteros que la persiguieron que en su renuncia “no hay nada abrupto”, pues tiene fecha del 26 de septiembre.

Sin dejar de caminar por la calle, hacia su auto que la esperaba en el circuito de la Plaza de la Constitución, Clouthier dijo que no daría más comentarios porque “ya dije lo que tenía que decir”.

En la esquina de Seminario y Moneda se le acercó un ciudadano que dijo ser del Inegi y quien pedía su ayuda.

Seria, le contestó: “yo ya no trabajo en el gobierno” e inmediatamente subió al auto compacto y se retiró.

Mientras en el salón Tesorería, el Presidente aseguraba que no se había dado cuenta de que no la había abrazado, pero manifestó que la quiere mucho y llevándose la mano a la boca, le envió besos.

“No me había dado cuenta de eso, ¿eh?”, dijo mientras afirmaba que su renuncia no era por críticas a la militarización o desacuerdos con el paquete antiinflacionario y que su salida fue en buenos términos.

Minutos más tarde, Clouthier ingresó a la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, donde se sentó a esperar, sola, un vuelo con destino a Monterrey, Nuevo León.

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