Hay una cosa que muchos hacemos cuando llevamos horas en un avión: mirar la pantalla de nuestro asiento y fijarnos en los kilómetros que hemos hecho o los países por los que hemos pasado.
Las aerolíneas también lo hacen… y no precisamente para comprobar el progreso del avión, sino para calcular cuánto tendrán que pagar por sobrevolar el espacio de cada país por el que cruzan.
"Una estructura tarifaria es necesaria para financiar los servicios de tráfico aéreo en cada país. Son comúnmente denominadas tasas de sobrevuelo", explica Simon Hocquard, director general de la Organización de Servicios de Navegación Aérea Civil, al programa Marketplace de NPR y la BBC.
Se trata de una de las fuentes de ingresos para que los países cubran los costes de, por ejemplo, los controladores aéreos.
Pero el espacio aéreo y todo lo que implica también puede ser usado como una herramienta de presión geopolítica y el reciente escándalo sobre Bielorrusia es ejemplo de ello.
Vayamos por partes.
No hay una tasa estándar, por lo que cada país marca el precio por cruzar su espacio aéreo según distintos parámetros.
"Algunos cobran una tasa fija porque la ruta sobre el país casi nunca varía y es mucho más simple de administrar", señala Hocquard.
Estados Unidos, por ejemplo, "tiene dos precios diferentes: si sobrevuelas tierra, cobran alrededor de US$60 por 100 millas náuticas [unos 185 kilómetros]; si sobrevuelas océano, ese precio cae hasta alrededor de US$25".
El coste varía también en función del tamaño del avión, su peso o la distancia recorrida.
México, por ejemplo, establece cuotas en función de la envergadura de la aeronave por kilómetro volado: desde "grandes" a US$8,81 a las más pequeñas, a US$0,27.
En la guía que publicó el gobierno mexicano al respecto en 2018, también señala que el cálculo de los kilómetros volados se realizará de acuerdo a la distancia ortodrómica.
Por ejemplo, si es un "sobrevuelo internacional", esa distancia se medirá "desde el punto de entrada a la región de información de vuelo (el espacio FIR, donde se suministran servicios de información de vuelo y alerta) hasta la salida del mismo".
Muchos países "alquilan" ese espacio aéreo a aerolíneas extranjeras, permitiéndoles sobrevolarlo y a veces las firmas toman rutas más largas para no tener que pagar las tasas más altas.
Pero evitar un determinado espacio aéreo es más difícil de lo que parece, ya que puede ser mayor que el propio país, como ocurre con EE.UU., cuyo territorio se extiende hasta Filipinas, o Rusia, cuyo espacio aéreo pasa por 11 zonas horarias distintas.
Los cielos también pueden convertirse en un "arma" para la negociación geopolítica.
Un ejemplo reciente se encuentra en Europa y la disputa con Bielorrusia, que llevó a que las empresas europeas dejaran de sobrevolar ese país.
El detonante fue el caso del prominente periodista Roman Protasevich: el gobierno de Alexander Lukashenko en Bielorrusia hizo que un vuelo de Ryanair en el que viajaba Protasevich, que se dirigía a Lituania, aterrizara de emergencia en Minsk.
Allí, en la capital bielorrusa, las autoridades arrestaron al periodista, un prominente disidente y crítico con Lukashenko, lo que llevó a que países de Occidente lo tildaran de "secuestro" y "terrorismo de Estado".
Los medios estatales de Bielorrusia señalaron que el avión fue desviado por una amenaza de bomba pero que no se encontraron explosivos.
Lukashenko, por su parte, defendió el desvío de la aeronave y la detención del periodista, mencionando la amenaza de bomba y argumentando que Protasevich había estado "tramando una rebelión".
Tras una reunión de emergencia, la UE amplió las sanciones que ya pesaban contra el gobierno de Lukashenko y cerró su espacio aéreo a las aerolíneas de ese país.
Además, instó a las aerolíneas europeas a no pasar sobre territorio bielorruso, un revés para sus finanzas y un paso más hacia su aislamiento.
Matthew Happold, profesor de Derecho Internacional en la Universidad de Luxemburgo, explica cómo estas sanciones específicas funcionan.
"Están diseñadas para influir en el comportamiento. Y creo que son una expresión de condena. En el caso de Bielorrusia, se trata de mostrar solidaridad con la oposición", apuntó en el programa MarketPlace de NPR y la BBC.
Antes del veto aéreo, que las autoridades europeas dijeron fue impuesto por la seguridad de los pasajeros, alrededor de 400 aviones de aerolíneas internacionales pasaban cada día por el espacio aéreo de Bielorrusia, según Eurocontrol, la agencia europea que recauda las tasas de sobrevuelo de Bielorrusia y otros países.
En 2019, el organismo facturó más de US$100 millones en tasas de sobrevuelo para el país.
No es una cantidad desdeñable para la frágil economía del país. De hecho, su mayor aliado, Rusia, le ha estado apoyando financieramente y esta misma semana le otorgó un préstamo de US$500 millones adicionales, informó la agencia Reuters.
No obstante, según explica el profesor Happold, el impacto económico de las sanciones impidiendo los vuelos es probable que sea limitado.
"¿Va a tener un impacto enorme en el gobierno bielorruso? Sospecho que es un golpe que estarán dispuestos a asumir", considera.
Como represalia por lo ocurrido, la Unión Europea además congeló un paquete de apoyo económico de US$3.600 millones"hasta que el país sea democrático".
"Pondremos presión sobre el régimen hasta que respete finalmente la libertad de prensa y la libertad de opinión", advirtió la jefa del Ejecutivo comunitario.
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