Hay dos países en América Latina que están debatiendo en sus parlamentos sendas reformas de sus sistemas de pensiones: Brasil y Chile.
Ambos son ejemplos de dos modelos bien distintos: mientras en Brasil las pensiones se financian con dinero del Estado (el clásico sistema de reparto), en Chile cada trabajador ahorra individualmente para financiar su propia jubilación (aunque en 2008 se agregaron pensiones mínimas para los sectores más vulnerables).
Siendo uno de los proyectos más emblemáticos del presidente Jair Bolsonaro, la Cámara Baja de Brasil aprobó este mes la propuesta de elevar la edad de jubilación, aunque la entrada en vigor de la medida depende aún de su votación en el Senado.
Las estimaciones apuntan a un ahorro superior a los US$200.000 millones para las arcas públicas en la próxima década.
El texto aprobado en primera instancia establece una edad mínima de jubilación de 62 años para las mujeres y de 65 para los hombres, con un plazo de cotización de al menos 15 y 20 años respectivamente.
Además, se crean cuatro franjas de cotización, según la renta de cada beneficiario.
En Chile, en cambio, el proyecto de ley para reformar el sistema está en una etapa de discusión mucho más preliminar.
En otros países como Argentina, Perú y Colombia hay un debate público sobre el tema, aunque aún no se han presentado proyectos de ley en sus respectivos Parlamentos para reformar el sistema.
Los países con la edad más alta de jubilación de América Latina -65 años- son, en el caso de los hombres Costa Rica, México, Perú, Argentina, Brasil (con excepciones), Chile, Cuba y Honduras. En el caso de las mujeres son Costa Rica, México y Perú.
La edad más baja de jubilación para las mujeres-50 años- está en Bolivia (50). Luego le siguen -con 55 años- El Salvador y Venezuela.
La más baja para los hombres -55 años- está en Bolivia.
(*En el caso de Ecuador, con 40 años de contribuciones no hay mínimo de edad de jubilación. Con 30 años la edad mínima es 60, con 15 años es 65 y con 10 años es 70. En Bolivia, la edad de acceso a la pensión solidaria es de 58 años para hombres y mujeres, con 10 años de cotizaciones. Además las mujeres pueden jubilarse un año antes por cada hijo que tengan, con un máximo de tres. Y en Brasil, con 35 y 30 años de cotizaciones, los hombres y las mujeres pueden retirarse sin mínimo de edad).
Si lo quisiéramos simplificar al máximo, podríamos decir que hay dos grandes sistemas: público (con financiamiento estatal) y privado (con financiamiento individual).
Pero claro, también hay sistemas mixtos (que financian las jubilaciones con fondos del Estado y aportes individuales), sistemas paralelos, en los que la gente puede elegir entre una jubilación con fondos públicos o con fondos personales, y el modelo integrado, que agrega pensiones mínimas al sistema de ahorro individual.
Y luego en cada país existen muchas variantes o subsistemas que le dan a cada modelo características propias.
A partir de la década de los 80, al menos 11 países de la región incorporaron elementos de "privatización" en sus sistemas de pensiones.
Pero en los últimos años las cosas comenzaron a cambiar.
"La tendencia dominante en la última década han sido las reformas estructurales que crean mecanismos solidarios para ir en auxilio de los mayores de 65 años", le dice a BBC Mundo Alberto Arenas, asesor regional de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y exministro de Hacienda de Chile.
"El principal desafío de la región es la sostenibilidad de los sistemas de pensiones, es decir, la solvencia del sistema y la capacidad de cumplir sus promesas".
Eso depende de factores tan distintos como la demografía de un país, la informalidad laboral, los sistemas de protección social, el sistema de capitales o las cuentas fiscales, entre muchos otros factores, explica Arenas.
"No hay un sistema único que funcione bien para todos los países", porque las circunstancias son distintas.
Los expertos coinciden en que una de las grandes preguntas es cómo financiar las jubilaciones y qué hacer con el creciente número adultos mayores que en muchos casos reciben pensiones que no les alcanzan para sobrevivir.
El tema va mucho más allá del análisis técnico porque suele darse en medio de turbulencias políticas y protestas callejeras.
"Como la población está envejeciendo, en todas las regiones del mundo está aumentando la edad de jubilación ", dice Mariano Bosh, especialista principal en la División de Mercados Laborales del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en diálogo con BBC Mundo.
"Los países tienen que gastar más porque la gente vive más años y, con el cambio demográfico, cada vez hay más pensionados y menos trabajadores que aportan al sistema".
"Existe una preocupación por la sostenibilidad fiscal", apunta Bosh.
Según su análisis, es importante poner esta discusión en el contexto de ampliar la cobertura para que la mayoría de los adultos mayores reciba una pensión y, al mismo tiempo, que esas jubilaciones les permitan tener una vida digna.
Pero en paralelo, también los países "tienen que poder pagar hoy y pagar mañana". Por eso, agrega, "existe una tensión, un dilema".
Algunos países optan por aumentar la edad de jubilación, otros por subir las cotizaciones de las personas y otros por pagar pensiones más bajas.
"La tendencia en América Latina y en todas las regiones del mundo es hacia sistemas mixtos", concluye el experto del BID.
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