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Cuando se hizo evidente que la pandemia del coronavirus causaría una recesión, los economistas empezaron a debatir qué forma tendría.
¿Sería una V, con una rápida caída y una igualmente rápida recuperación? ¿O una U, con una recuperación más lenta? ¿O más bien una L, sin recuperación alguna?
Ahora, al menos en Estados Unidos, los expertos creen que ninguna de estas letras sirve.
Es la K, que simboliza una rápida caída con una posterior división aguda entre vencedores y perdedores, la que mejor describe la situación actual de la economía.
"Lo que estamos viendo es una recuperación que será vigorosa para algunos sectores, mientras que otros se mantendrán en caída libre", escribió recientemente en un post Suzanne Clark, presidenta de la Cámara de Comercio de este país.
De un lado están los servicios financieros y de software, bancarios, de telecomunicaciones, inmobiliarios y algunos de venta al por menor, que ya recuperaron en gran medida los empleos perdidos al principio de la pandemia.
También aquellos que ofrecen servicios demandados en este nuevo contexto, como la marca de bicicletas estáticas de alta gama Peloton, cuyas acciones este año se han más que triplicado y que tiene ya más de un millón de suscriptores.
De otro, los sectores del ocio y la hostelería, los viajes o la alimentación, que vieron cómo se perdían la mitad de sus puestos de trabajo en el mes de abril y, desde entonces, solo han recuperado un 50%, según un artículo reciente de Bloomberg.
La brecha en la experiencia que distintos trabajadores tuvieron y siguen teniendo de la pandemia y sus consecuencias económicas se ve quizás de forma más evidente con el fenómeno del trabajo desde casa.
Aquellos que pudieron adaptarse a esta nueva modalidad recuperaron rápidamente su confianza en la economía y su capacidad de gasto.
Para el resto, "no hay señales de recuperación y cada vez tienen más miedo de que esta se aplace en el tiempo", le asegura a BBC Mundo Peter Atwater, el experto que popularizó el término de "recuperación con forma de K".
Además, ayudas públicas aprobadas para mitigar los efectos de la crisis, como los US$600 de subsidio federal adicional a los desempleados, o el programa de protección del pago del salario para los pequeños negocios, ya expiraron.
"Para aquellos en la cima, la vida no ha sido nunca mejor que ahora. Mientras que los que están en el fondo están al borde de la desesperanza", afirmó este profesor de la Universidad William and Mary, en Virginia.
La K entra en la campaña
Estados Unidos entró en recesión en febrero de este año, poniendo fin a una expansión económica de 11 años.
Y aunque la recuperación llegó tan pronto como en el mes de mayo, la pérdida de empleos está siendo mucho más duradera de lo que se esperaba.
"Y las primeras personas que pierden su trabajo suelen ser los últimos en recuperarlo", le explica a BBC Mundo Gregory Dac, economista jefe de Estados Unidos para Oxford Economics, consultora económica.
Como consecuencia, en agosto había todavía 7,4 millones más de desempleados que en febrero, según la Oficina de Estadísiticas de Empleo.
Por todo esto, la economía está siendo central en la campaña para las elecciones que se celebrarán el próximo mes de noviembre.
"Los economistas están empezando a llamar a esta recesión una recesión con forma de K, lo cual es una forma elaborada de referirse a todo lo que no funciona con la presidencia de Trump", afirmó recientemente el candidato demócrata, Joe Biden.
"No podemos permitir que millones de trabajadores y amplias capas de nuestra economía sean dejados atrás en la recuperación de la covid-19", pedía en su post la presidenta de la Cámara de Comercio.
El problema, en la opinión de muchos expertos, es que las desigualdades que está poniendo de manifiesto la recuperación en forma de K, en el caso de Estados Unidos, vienen de lejos.
"Lo que está sucediendo no es más que la continuación de cuatro décadas de aumento de la desigualdad económica en Estados Unidos", le dijo a BBC Mundo Joe Brusuelas, economista jefe de la consultora RSM.
Los expertos entrevistados por BBC Mundo están de acuerdo en que la salida de esta crisis se parece mucho a lo que pasó con la Gran Recesión de 2008, cuando las políticas que se aprobaron pusieron el acento en los mercados financieros, por encima de lo que se conoce como la "economía real".
En consecuencia, los que se están beneficiando de las políticas no son más que "el 10% de la población", según Brusuelas.
Pero incluso dentro de los propios mercados financieros, la situación no es igual para todas las empresas.
Las ganancias en la bolsas estadounidenses se deben fundamentalmente a la buena salud de algunas de las mayores empresas del país.
Apple, Microsoft, Amazon, Alphabet y Facebook, las cinco principales empresas del índice S&P 500 -que se basa en la capitalización bursátil de 500 grandes empresas que cotizan en las bolsas NYSE o NASDAQ- son las responsables de más de un cuarto de los aumentos de valor en este índice desde finales de marzo.
Además, mientras "las grandes corporaciones han tenido durante esta crisis un acceso sin precedentes al capital en los mercados de crédito, muchos pequeños negocios no saben si van a acceder a algún tipo de financiación", recuerda Atwater.
Conflictividad social
Los impactos de la crisis en el mercado laboral tampoco han afectado por igual a los hombres y a las mujeres, siendo estas últimas las más perjudicadas.
Por un lado, porque están sobrerrepresentadas en algunos de los sectores más afectados. Pero también porque, al cerrar muchos centros educativos para evitar la propagación del virus, tuvieron que hacerse cargo del cuidado de los niños y, en muchos casos, abandonar sus trabajos.
Las trabajadoras latinas llegaron a alcanzar en lo peor de la crisis un 20% de desempleo, le dice a BBC Mundo Elise Gould, investigadora del Economic Policy Institute.
Y mientras que el desempleo entre los hombres blancos, que llegó a estar en un 12,4% (más elevado incluso que en lo peor de la Gran Recesión), ha bajado de nuevo al 6,5%, en el caso de los hombres negros "no se ha visto mucha recuperación hasta ahora", asegura Gould.
Y para estos grupos, llueve sobre mojado. "Hay que tener en cuenta el contexto de desventaja historica", dice Gould, el cual hace que "su capacidad para lidiar con la pérdida del empleo se vea muy disminuida".
Por eso, para esta experta puede ser "engañoso" hablar de recuperación en forma de K, ya que "parece que estemos diciendo que todo el mundo parte desde el mismo punto. Pero hablamos de décadas de desigualdades".
Estas divergencias en los impactos de la crisis y las características de la recuperación pueden tener peligrosos efectos sociales, según Atwater.
"En marzo había un sentimiento de experiencias compartidas, pero desde entonces las cosas han ido en dos direcciones divergentes. Cada vez me preocupa más que el cambio llegue a través de protestas sociales", afirma.
"Las protestas reflejan la falta de esperanza".
¿Qué pasa en América Latina y otros países?
No solo en Estados Unidos la forma que está tomando la recuperación ha causado alarma.
En Reino Unido, por ejemplo, la economía empezó a recuperarse en el mes de mayo, pero la tasa de desempleo está en su punto mayor en los dos últimos años.
En la mayor parte de los países de América Latina, sin embargo, es difícil hablar de recuperación. El FMI prevé una caída del PIB regional del 9,4% este año y que la recuperación solo llegue en 2021.
Y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) calcula que 29 millones de latinoamericanos volverán a situarse por debajo del umbral de la pobreza.
El centro de estudios The Economist Intelligence Unit (EIU) anticipa que los países que podrían recuperar su nivel de crecimiento previo a la pandemia hacia fines de 2022 son Colombia, Chile, Perú, Paraguay, Uruguay, República Dominicana, Costa Rica y Panamá.
Por lo tanto, es pronto aun para saber qué forma tendrá la recuperación en la región.
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