El gobierno del presidente va en camino de sumarse a las pasadas tres administraciones que no han podido mejorar la calidad de la red federal de carreteras libres de peaje.

Desde Vicente Fox, pasando por Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y la administración actual, han argumentado falta de presupuesto, a pesar de reconocer que la mala calidad de las carreteras influye directamente en los índices de accidentabilidad vial, lo que a escala mundial ya alcanza el estatus de problema de seguridad pública.

El objetivo propuesto por esta administración hacia el cierre de sexenio, de que al menos 90% de la red carretera, a cargo de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT), alcance el estado bueno o satisfactorio ha quedado corto.

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Con una longitud estimada en más de 50 mil kilómetros, 20% de la red presenta un estado físico clasificado como no satisfactorio, lo que equivale a 10 mil kilómetros en mala calidad, mientras el resto se encuentran en estado bueno o satisfactorio.

El Instituto Mexicano del Transporte (IMT) señala que las condiciones físicas de la red federal de carreteras son el tercer factor que ocasiona colisiones que pueden llegar a provocar la muerte de personas.

El año pasado se registraron 19 mil 889 accidentes, 2 mil 97 de los cuales se relacionaron con las condiciones del camino.

El Programa de evaluación de los elementos funcionales, estructurales y de seguridad vial de la red carretera federal, que la Dirección General de Servicios Técnicos de la SICT propone para 2023, reconoce que “la red federal de carreteras libre de peaje no se encuentra en condiciones ideales, por lo tanto requiere una serie de trabajos, a fin de mejorar su estado físico para ofrecer mejor nivel de servicio y disminuir los costos de operación vehicular a los usuarios”.

Por ello, “debe recibir anualmente el mantenimiento y conservación necesarios, a partir de la determinación de su estado físico”, añade.

El documento muestra que la red de carreteras cuenta en su mayoría con más de 30 años en operación, por lo que su diseño y tramos no corresponden a las dimensiones, pesos y velocidades que alcanzan los vehículos y, en general, para las necesidades actuales del tránsito.

Esta situación, de acuerdo con las autoridades, “provoca que las carreteras tengan desgastes continuos y que pueden ser mayores a los esperados, degradando las características de operación y disminuyendo la vida útil de la red y generando zonas inseguras en algunas secciones debido al mal estado de las carreteras”.

EL UNIVERSAL

posee una copia del Programa plurianual de conservación de la red federal de carreteras libre de peaje 2023-2027, a cargo de la Dirección General de Conservación de Carreteras de la SICT, cuyo contenido revela que el desplazamiento de 55.5% de la carga nacional y 96.9% de los pasajeros se lleva a cabo en transporte terrestre.

Los registros más recientes indican que Oaxaca, Morelos y Jalisco presentan más carreteras en estado “no satisfactorio”.

En particular, Oaxaca muestra esta condición en 49.8% de su red; seguido por Morelos, con 43.8%, y Jalisco, 35.7%.

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Un problema de décadas

Al iniciar el sexenio de Vicente Fox , en el año 2000, el diagnóstico en materia de conservación de carreteras federales fue que “uno de los principales aspectos de la problemática de esa red es el deficiente estado físico en que se encuentra, debido sobre todo a insuficiencias presupuestales crónicas que redundan en la dificultad para superar rezagos y en la generación de sobrecostos de operación para el usuario”.

Para ese momento se disponía de una red federal libre de peaje de 41 mil 866 kilómetros, 40% de la cual se encontraba en malas condiciones.

En el programa sectorial de la SCT (ahora SICT) de 2001, el gobierno se propuso que al final del sexenio, 86% de la red presentaría un estado físico bueno.

El gobierno de Felipe Calderón tomó las riendas del sector con una red federal, donde 72% presentaba condiciones físicas buenas, por debajo de 86% establecido como meta de su antecesor, y se propuso llegar a 90% en 2012, de acuerdo con el programa sectorial de la SCT 2007-2012.

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El gobierno calderonista planteó que “si bien el país cuenta con esta extensa red de infraestructura de comunicaciones, el ritmo de crecimiento de la inversión pública y privada no ha sido suficiente para satisfacer las necesidades de transporte de la población y potenciar al máximo las actividades productivas del país. De igual forma, la cobertura y accesibilidad de esta infraestructura se encuentra aún por debajo de estándares competitivos a nivel internacional”.

Señaló que la densidad carretera y ferroviaria está incluso por debajo de países con un nivel de desarrollo similar a México.

Consideró prioritario la modernización estratégica de la red carretera; la conectividad hacia las principales ciudades, puertos, fronteras y centros turísticos; la comunicación entre regiones con potencial de desarrollo a través de corredores interestatales; la preservación del patrimonio vial mediante el mejoramiento del estado físico de la red carretera; así como la accesibilidad a comunidades aisladas.

Sin embargo, al llegar Enrique Peña Nieto el diagnóstico del sector fue contundente:

“En el pasado, la atención a estos retos no ha sido suficiente debido a una falta de una visión integral en el diseño e implementación de distintas acciones y proyectos. Este hecho ha impedido aprovechar de manera estratégica los recursos que México dispone para elevar la productividad del país y la calidad de vida de la población”.

Ese sexenio tomó la red federal carretera “que se encuentra en 2012 en 80% de bueno y aceptable”, mientras 20% restante seguía en malas condiciones.

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