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Después de un extremadamente intenso periodo electoral, en pocos días será el momento de la verdad, en el que millones de mexicanos acudiremos a las urnas para ejercer nuestro derecho como ciudadanos y votar por quien creemos que es la mejor opción para ser el presidente de México por los próximos seis años.
Durante estos tres meses hemos sido inundados por discursos, entrevistas, propuestas, promesas, canciones, encuestas, acusaciones, anuncios de televisión y radio, y hasta memes para intentar de convencernos de optar por uno u otro de los candidatos.
Independientemente de quien resulte triunfador el 1 de julio, al día siguiente el ganador deberá iniciar un amplio esfuerzo de reconciliación entre las diferentes visiones.
La polarización del debate electoral debe dar paso a un diálogo plural, incluyente y constructivo a favor de México. El proceso de transición, de cinco largos meses, habrá de servir como un lapso para tejer consensos y encontrar coincidencias dentro de la diversidad de todas las voces.
En esta discusión será menester dejar a un lado las retóricas electorales para utilizar la evidencia, los datos, las experiencias nacionales e internacionales, y con ello realizar un plan de gobierno realista del país para comenzar a implementar acciones concretas a favor de la legalidad, el desarrollo y la justicia. Las promesas de campaña deberán matizarse, complementarse y detallarse para iniciar el proceso de elaboración de una hoja de ruta que habrá de guiar las políticas y acciones de la siguiente administración.
Una de las primeras tareas, sin duda, será la elaboración del presupuesto 2019. Será importante no caer en la tentación de desechar todo aquello que fue de otro gobierno por el simple hecho de serlo, y en su lugar realizar un balance con criterios racionales para rescatar lo que funciona y descartar lo que no. Más allá de las inclinaciones políticas, todos queremos un México más próspero, más equitativo y sin corrupción.
En estas conversaciones de cambio de gobierno, el equipo de transición deberá valorar el aporte de la Inversión Extranjera Directa (IED) a la economía del país.
Las empresas extranjeras no sólo generamos un valor económico en los países en los que operamos, sino también contribuimos al desarrollo social al crear empleos de calidad, invertir en infraestructura, investigación y desarrollo, transferir conocimiento, contratar proveedores locales y cumplir con estándares internacionales de ética y sustentabilidad, entre otros.
En 2017, México registró casi 30 mil millones de dólares de IED, cifra que le permitió escalar cuatro posiciones entre los países que más captaron inversión en el mundo, pasando de la 16 a la 12. Y en el primer trimestre de 2018 se alcanzó una cifra récord para un periodo equivalente desde que se mide este indicador. Estos números son particularmente alentadores tomando en consideración la incertidumbre generada por las negociaciones para la modernización del TLCAN durante ese periodo.
Otra forma de dimensionar el impacto de la IED es a través de los datos del Consejo Ejecutivo de Empresas Globales (CEEG), que reúne a 50 de las empresas multinacionales más importantes con presencia en México, y de la que Laureate forma parte. La inversión de las empresas del CEEG representa aproximadamente 10% del PIB, 11% de las exportaciones, y genera más de 500 mil empleos directos y 1.5 millones de empleos indirectos en el país. Todo lo anterior se traduce en una palabra clave en la economía: confianza.
Durante los cinco meses de transición, será fundamental que el presidente electo y su equipo de gobierno fortalezcan la confianza que México se ha ganado en el mundo.
Estos datos son clara evidencia de la relevancia de la inversión extranjera directa para la economía y la competitividad de nuestro país. Para potenciar el efecto multiplicador de la IED como motor de crecimiento y desarrollo, es necesario generar certeza jurídica, y sobretodo, construir una relación cordial y fructífera entre el sector productivo y el sector público. Dialogar, escuchar, razonar y sumar, serán los ingredientes que nos permitan iniciar un nuevo sexenio con el pie derecho.
Es tarea de todos contribuir con nuestro granito de arena para que esto sea posible, sobre todo frente a un entorno internacional tan complejo y que cada semana nos lleva a escenarios de mayor incertidumbre.
Presidente y Director General de Laureate
México y de UVM