Si bien México debería beneficiarse del nearshoring, el aumento de las entradas de capital requerirá mejoras en las políticas debido a los retos que deberá enfrentar el próximo gobierno como la inseguridad pública, falta de infraestructura, el déficit fiscal y la frágil situación financiera de Pemex.
Así lo estableció el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF por sus siglas en inglés) en un nuevo reporte sobre los flujos de capital hacia los mercados emergentes titulado “Sale el sol, pero trae paraguas”.
En el capítulo sobre nuestro país “México: Perspectivas cautelosas a corto plazo”, se prevé una moderación en la expansión de la economía de 2.3% en este año, después de un crecimiento sorpresivo en 2023 con un promedio de 3.2%, que resultó por encima de la tasa de largo plazo del 1.5%, respaldando la moneda y a las cuentas externas.
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Señaló que el mínimo avance que tendrá el Producto Interno Bruto (PIB) en 2024 se dará pese al estímulo fiscal previo a las elecciones presidenciales y al impulso de una economía estadounidense fuerte. “Pronosticamos una recuperación moderada de las entradas de inversión extranjera directa, que seguirá impulsada por ganancias reinvertidas en lugar de nuevas inversiones”, se lee en el reporte.
También están esperando una rentabilidad neta mesurada de entradas de cartera de extranjeros, respaldadas por una política monetaria aún restrictiva y un amplio diferencial de tipos de interés con Estados Unidos.
No obstante, para el Instituto de Finanzas Internacionales, las inversiones en acciones y bonos seguirán siendo volátiles.
De acuerdo con la asociación de las instituciones financieras más importantes del mundo, los problemas que se deberán sortear próximamente en México son los siguientes:
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