Considerada la segunda divisa más operada dentro del conjunto de países con economías emergentes, el peso mexicano ha tenido en este gobierno la mayor estabilidad frente al dólar desde la administración de José López Portillo según analistas.
Este martes 30 de noviembre se cumplen tres años del gobierno actual y el tipo de cambio finalizó en 21.45 pesos por dólar , de acuerdo con las cotizaciones al mayoreo publicadas por el Banco de México (Banxico).
Significa una pérdida de 1.10 pesos o 5.4% para la moneda mexicana en comparación con el nivel de 20.35 unidades que tenía el 30 de noviembre de 2018, un día antes de que el presidente Andrés Manuel López Obrador tomara posesión.
Se trata de la menor depreciación del peso frente al dólar en la primera mitad de un gobierno federal desde la década de los 70, cuando la moneda nacional pasó de 22.00 a 22.77 antiguos pesos en el primer trienio de José López Portillo y representó una pérdida de 77 centavos o 3.5%.
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A pesos actuales (quitándole tres ceros), la paridad se movió de 0.02200 a 0.02277 unidades por dólar durante esos tres años.
Esto se dio bajo un sistema de flotación controlada y años antes de que López Portillo jurara defender al peso "como perro", en 1982.
En la primera mitad del mandato de López Obrador y bajo un régimen de libre flotación, la moneda mexicana ha mostrado un comportamiento más estable que en los seis gobiernos anteriores, a pesar de enfrentar la pandemia de Covid-19 que trajo consigo la peor recesión económica de las últimas nueve décadas.
Los críticos señalan que esta estabilidad no depende del gobierno de López Obrador, sino que obedece a factores externos, ya que las operaciones del peso se dan fundamentalmente en los mercados internacionales .
Sin embargo, analistas de Engen Capital consideran que lo hecho internamente ha influido para que el peso se mantenga fortalecido o estable, y destacan las finanzas públicas con déficit moderado; deuda pública en orden o con aumentos moderados; cuidado con la inflación; sostener las reservas internacionales; evitar la pérdida del grado de inversión del soberano; mantener un equilibrio de las cuentas externas; mantener bajas la cartera vencida; elevada capitalización de la banca múltiple; el perfil de vencimiento de la deuda pública; manejar las tasas de interés con prudencia, entre otros indicadores que pueden representar factores de riesgo para la economía.
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“Parte de estos resultados obedecen directamente a la gestión del gobierno y parte tiene que ver con el papel de Banxico, pero en última instancia son dos instancias de la política económica local. Por ejemplo, la Comisión de Cambios está conformada por Banxico y funcionarios de la Secretaría de Hacienda (SHCP). Cuando deciden sobre la política cambiaria o sobre esquemas de financiamiento/apoyos, lo hacen a nombre del país. Esto significa que la estabilidad cambiaria es algo que el gobierno sí tendría que presumir, y no está mal que lo haga”, señalaron en un reporte publicado en septiembre pasado.
Desde la perspectiva de la financiera, si los referidos indicadores se hubieran salido de control, el tipo de cambio estaría mucho más arriba de su actual cotización. “Los factores internos o un manejo prudente de la política económica sí benefician al tipo de cambio”.
Explican que, si el déficit fiscal y la deuda pública se hubieran elevado significativamente, como preveía el mercado a inicios de esta administración, podrían haber ocurrido un repunte del tipo de cambio y un aumento significativo del perfil de riesgo del país.
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