El hoy expresidente pasó a la historia por entregar un peso más fuerte que cuando asumió el cargo, resultado que ni su gobierno esperaba.

La moneda mexicana despidió el sexenio en 19.68 unidades por dólar en operaciones al mayoreo, de las cuales 82% se realizan en el exterior, según la más reciente encuesta del Banco de Pagos Internacionales.

El peso acumuló una apreciación de 3.5% o 72 centavos en comparación con el nivel de 20.40 del 30 de noviembre de 2018, un día antes de que iniciara esta administración, señalan los registros de Bloomberg.

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peso mexicano en la historia
peso mexicano en la historia

Esta es la primera vez que la divisa nacional se fortalece en un sexenio desde los albores del Desarrollo Estabilizador, también conocido como el Milagro Mexicano, indica la serie histórica del promedio de cotizaciones diarias del Inegi.

Antes del expresidente López Obrador, el único gobierno que entregó un saldo positivo cambiario fue el de Manuel Ávila Camacho, cuando la paridad se movió de 5.40 a 4.85 antiguos pesos por dólar de 1940 a 1946, una ganancia de 10.2%.

A pesos actuales, es decir, quitándole tres ceros, el tipo de cambio pasó de 0.00540 a 0.00485 unidades, ya que el entorno de la economía mexicana se modificó drásticamente con la Segunda Guerra Mundial. “México se ve inundado de capitales flotantes o golondrinos que buscaban refugio bancario en nuestro país”, explican los anuarios del Banco de México (Banxico).

El peso cedió terreno o tuvo variaciones nulas en los 12 sexenios posteriores, periodo en el que se determinaron paridades fijas y sistemas de flotación controlada y regulada, hasta llegar al régimen de libre mercado que hoy sigue vigente.

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El mercado decide

Bajo las fuerzas de la oferta y demanda, la moneda mexicana logró salir avante en la gestión del expresidente López Obrador, aunque llegó a marcar un máximo de 25.76 unidades el 6 de abril de 2020 ante la parálisis por la pandemia de Covid-19 y la crisis petrolera, mientras que el 9 de abril pasado pisó el nivel de 16.26 por primera vez desde 2015.

Detrás de la apreciación se encontraron varios elementos, pero los más relevantes fueron las altas tasas de interés y las remesas, opinó Enrique Covarrubias Jaramillo, economista en jefe de Actinver.

“Para combatir la inflación, Banxico tuvo que incrementar su tasa de referencia al máximo desde que existe la política monetaria moderna en el país, lo que convirtió al peso en uno de los activos financieros más atractivos a escala global”, dijo en entrevista con EL UNIVERSAL.

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También tuvieron que ver los flujos de Inversión Extranjera Directa, incluida la llegada de capitales por la relocalización de empresas, el llamado nearshoring, así como el comercio internacional de mercancías y los ingresos de divisas por turismo, comentó Covarrubias.

Desde su punto de vista, hay otras fuentes que mitigaron la volatilidad cambiaria, como la acumulación de reservas internacionales por parte de Banxico, cuyo saldo alcanzó un máximo histórico, la línea de crédito flexible del Fondo Monetario Internacional y el programa de subastas de la Comisión de Cambios.

“La estrategia que siguió el gobierno federal en la primera parte del sexenio, de mantener un déficit bastante acotado, dio confianza a los inversionistas globales y fue favorable para la estabilidad del peso”, expuso el directivo de Actinver.

“El manejo macroprudencial de la economía, una combinación entre Banxico y el gobierno federal, en los tres años posteriores a la pandemia fueron adecuados”, agregó.

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Para la directora de Análisis y Estrategia de Intercam, Alejandra Marcos Iza, el saldo positivo del peso responde a que la economía nacional tuvo una menor necesidad de financiamiento de dólares, lo cual fue plenamente compensado con los recursos obtenidos en el exterior por inversiones, comercio internacional de mercancías, remesas y turismo. A pesar del recorte de tipos de interés que comenzó Banxico este año, destacó que el país mantiene uno de los diferenciales de tasas más grandes desde 2008, lo que favoreció las operaciones de carry trade con la moneda mexicana, considerando la mayor liquidez global.

“Al margen de que este año se tendrá el mayor déficit fiscal en tres décadas, en el sexenio de López Obrador hubo finanzas públicas sanas, prudencia del gasto y reservas internacionales de Banxico en máximos históricos. Todo esto permitió que el peso no se depreciara como había sido la costumbre en gobiernos anteriores”, explicó a El Gran Diario de México.

Nadie lo veía venir

El peso tomó por sorpresa a bancos, casas de bolsa y grupos de análisis al llevarse la medalla de plata como la moneda más ganadora por dos años consecutivos, de 2022 a 2023, por lo que la llamaron el superpeso.

Ni el gobierno esperaba que la divisa se fortalecería tanto luego de la pandemia, ya que estimaba niveles por arriba de 20 durante 2022 y 2023, según el marco macroeconómico incluido en los Criterios Generales de Política Económica de la Secretaría de Hacienda.

Todavía a mediados de abril de este año, los operadores del mercado no daban crédito al poderío del peso. Sin embargo, empezó a debilitarse por el temor de que las tasas continúen altas durante mayor tiempo y las tensiones entre Irán e Israel, pero la pérdida más severa llegó después de las elecciones del 2 de junio, que dieron la victoria a la actual presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, al moverse de 16.99 a 19.68, una depreciación de 15.8% o 2.69 pesos en los últimos cuatro meses.

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Sin esta pérdida, la moneda nacional hubiese logrado su mejor sexenio desde que comenzó la Independencia de México hace más de dos siglos, revelan las estadísticas del Inegi.

Al menudeo, el dólar se terminó vendiendo ayer en 20.15 pesos en ventanillas de CitiBanamex, 55 centavos menos en el sexenio.

Enrique Covarrubias Jaramillo, de Actinver, explicó que el peso suele tener depreciaciones cercanas a 3% al año por la brecha en el entorno macroeconómico de México y Estados Unidos, ya que típicamente aquí hay más inflación, el crecimiento del Producto Interno Bruto es similar y existe el diferencial fiscal, aunado a que la moneda nacional enfrenta choques de volatilidad por ser utilizada como un activo de cobertura en los mercados.

En su opinión, habrá volatilidad relacionada con la negociación en 2026 del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), pero el país cuenta con fundamentos macroeconómicos estables en el largo plazo, “por lo que es difícil que el peso pierda su atractivo”.

Alejandra Marcos Iza, de Intercam, prevé que la paridad al mayoreo ronde entre 18.50 y 20.50 en los próximos 12 meses, si el nuevo gobierno contiene el déficit y la demanda de dólares sigue moderada.

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Ganancia bursátil

El principal indicador de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) finalizó ayer en 52 mil 477 puntos, una ganancia nominal de 25.7% desde que comenzó la autollamada Cuarta Transformación, superior al avance de 18.3% que tuvo en el mismo periodo del expresidente Enrique Peña Nieto y por debajo del incremento de 63.7% de Felipe Calderón.

El centro financiero enfrentó varias batallas en estos seis años, como la pandemia, la inflación, la extensa sequía bursátil, la salida de empresas listadas y el arribo de la Bolsa Institucional de Valores.

El economista en jefe de Actinver indicó que la BMV logró un mejor desempeño en el gobierno del expresidente López Obrador ante la inyección histórica de liquidez de parte de varios gobiernos y bancos centrales en el mundo, en tanto que el sexenio de Peña Nieto fue afectado por la incertidumbre en torno al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), hoy T-MEC.

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“El sexenio terminó con compañías en la BMV que están más preparadas para diversificar sus ingresos y gastos. En los siguientes seis años veremos empresas mexicanas que genuinamente conquistarán el mundo, como Cemex, Bimbo y Chedraui”, estimó.

La directiva de Intercam coincidió en que detrás del avance de la BMV estuvo la enorme liquidez global, dado que el mercado mexicano está íntimamente ligado al estadounidense, que ha tenido un rendimiento prácticamente en vertical, así como por el fuerte crecimiento de las utilidades de las empresas nacionales.

“El panorama para la BMV se ha deteriorado en el corto plazo por el riesgo país y la percepción de los inversionistas institucionales y extranjeros con relación a México, pues hemos visto la degradación en las ponderaciones de corredurías americanas. Sin embargo, en la medida en que las empresas continúen incrementando sus utilidades, seguirán siendo atractivas en el largo plazo”, concluyó.

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