Madrid.— La salida empresarial de la crisis provocada por la pandemia de Covid-19 será muy distinta de las anteriores. En esta ocasión, además de la recuperación de la competitividad y el empleo, las compañías deberán tener en cuenta cuestiones como la sostenibilidad, el medio ambiente, el compromiso social, la gobernanza y la vulnerabilidad de la mujer, que en la mayoría de los países es la que más ha sufrido el apagón económico.

Las empresas comprometidas con estos rubros van a tener premio, y ese premio será el financiamiento por parte, sobre todo, de organismos internacionales.

“Hay que trabajar en la recuperación económica y empresarial, pero atendiendo además problemas que nos han llevado a esta situación o se han puesto al descubierto, entre otros el deterioro medioambiental o los altos índices de economía informal en América Latina, que han dificultado la respuesta de los gobiernos, porque no se puede ayudar a empresas o empleados que no existen”, menciona en entrevista con EL UNIVERSAL Núria Vilanova, Presidenta del Consejo Empresarial Alianza por Iberoamérica (CEAPI).

El Consejo Empresarial iberoamericano, que aglutina a 140 presidentes de las mayores compañías de la región, celebra en Madrid su IV congreso bajo el lema Transformación e Impacto Social​: Las mejores empresas para el planeta, con la presencia de los principales empresarios y destacados expertos en la materia.

¿Cuáles son las mayores deficiencias a nivel empresarial en América Latina?

—El problema mayor es la informalidad de la economía, el alto porcentaje de empresas que están fuera de los circuitos, porque desprotege a los empleados y hace más difícil coordinar cualquier respuesta a nivel gubernamental. El segundo problema ahora es la financiación, tanto de las empresas como de las políticas, con Estados con pocos ingresos fiscales y un fuerte endeudamiento, por lo que se hace necesario ampliar la financiación para la región, como han recalcado el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial.

Desde el punto de vista empresarial ¿cuáles son los desafíos más apremiantes en la región?

—Una vez solucionada la financiación, es muy importante la adaptación de las compañías a un entorno más digital, a la innovación y a la creación de nuevos proyectos. Tenemos un mensaje, que es creer y crear.

Es importante que haya un clima de confianza para que los empresarios confíen en sus compañías, en sus equipos y en su país, y que eso les lleve a generar nuevas oportunidades.

¿Qué tipo de empresas son las que necesita más América Latina?

—Estamos viendo que hay un florecimiento de startups, empresas con nuevas estructuras y nuevas maneras de trabajar y planificar. Eso es positivo. Otras empresas que se necesitan son las innovadoras y más comprometidas con el medio ambiente.

Muchas de las líneas de financiación disponibles van a estar condicionadas a este compromiso con la ecología, la sostenibilidad en general, la diversidad, con temas de mujer.

En esta crisis, las firmas comprometidas van a tener premio, y ese premio es la financiación.

¿Cómo involucrar a las empresas en la transformación hacia una sociedad y una economía más sostenible, justa, responsable y competitiva, partiendo de la base de que AL sigue siendo una de las regiones con mayor desigualdad del mundo?

—Como decía, si una parte del financiamiento va a estar condicionada, eso ya marca un camino que seguir. También la sociedad ha cambiado y hay muchos proyectos en América Latina que requieren un pacto social, es decir, que las comunidades aprueben una determinada iniciativa, minera por ejemplo. Hay cada vez un mayor activismo a la hora de pedir esa sostenibilidad medioambiental y social.

¿La responsabilidad social proclamada por una empresa es una garantía suficiente para los tiempos que corren?

—Creo que es un concepto algo corto. Nosotros hablamos de sostenibilidad, de compromiso con el medio ambiente, con la sociedad en su conjunto, y con la gobernanza, lo que implica transparencia, entre otras obligaciones. Y eso ha venido para quedarse, porque condiciona el desarrollo tanto a nivel empresarial como de país. Estamos viendo a un consumidor y a un mundo financiero más exigentes, que premian a las empresas que tienen un concepto asumido de sostenibilidad.

Los propios empleados quieren sentirse orgullosos de su compañía. Todo va vinculado a las empresas, hacia un compromiso de sostenibilidad en todos los aspectos.

Las firmas familiares tienen mucho peso en AL. ¿Es una ventaja o un inconveniente?

—Son una ventaja, porque cuando hay una crisis económica estas empresas piensan en el largo plazo, son más resilientes a las crisis. Además, este tipo de firmas se visualizan de alguna forma, su marca personal es reconocible y eso lleva a que exista un compromiso mayor con la sociedad y con el país.

¿En qué medida afecta al desarrollo empresarial y la captación de inversiones extranjeras el entorno tan cambiante que se está viviendo en México en sectores como el energético?

—Estamos en un momento de cambio y todas las decisiones afectan. Pero los inversionistas no van a dejar de apostar por México, porque es un país con una gran economía y grandes empresarios. Geoestratégicamente, México tiene una posición de ventaja. Una de las cosas que estamos viendo es la decisión de Estados Unidos de no depender para la importación de determinados productos de China, sino de sus fábricas más cercanas.

Y esto sin duda va a favorecer a México y Centroamérica.

En algunos sectores de América Latina la llegada de las multinacionales es percibida como una nueva colonización, en este caso económica y financiera. ¿Cómo se puede cambiar esta imagen negativa de la inversión extranjera que todavía pervive en la región?

—Ahora procede sumar. Que haya inversión extranjera es positivo, porque significa que no sólo a los que les toca creen en el país. Además, significa crear empleos, proyectos y empresas, que es la única manera de avanzar, de luchar contra la pobreza y la desigualdad.

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