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maria.saldana@eluniversal.com.mx
A la una de la mañana del 23 de octubre pasado, un taxi de Emirates se estacionó frente al hotel de Dubai en el que me hospedé.
Pensé que era para mí, porque sabía que la aerolínea ofrece transporte del hotel al aeropuerto a los clientes de sus clases business y primera, servicio que solicité porque estaba incluido en el boleto de avión .
Así, emocionada por el paquete que incluye vuelo y transporte terrestre, me acerqué para preguntarle al chofer si venía por mí. Respondió que no, que iba por otro pasajero, de nombre árabe.
Seguí esperando y pasaron otros 10 minutos. Me volví a acercar y le pedí que contactara a la empresa para que me enviaran el taxi prometido. Tuve que insistir, porque su respuesta era que enviara un correo a Emirates, pero finalmente lo hizo.
Me preocupé, porque no veía una pronta respuesta. Pero, diez minutos después, me dijo que efectivamente el taxi era para mí, pero se habían equivocado de nombre. A la 1:25 am abordé el vehículo para ir al aeropuerto, al cual llegué 40 minutos después.
Mi primera visita al emirato fue para presenciar la presentación de la Expo 2020 Dubai , evento a realizarse a partir de octubre del próximo año y que espera atraer a 25 millones de visitantes.
Aunque la clase turista es la que mejor conozco en diferentes aerolíneas, en esta ocasión volaría en clase business, así que me dispuse a aprovechar las comodidades de Emirates, sabiendo que la aerolínea iniciará operaciones en México este 9 de diciembre.
En los mostradores la atención es muy buena, ahí me dieron un pase para esperar dos horas en un gran salón exclusivo para la clase en que volaría. Como era de madrugada, había un buffet para desayunar que incluía pan, galletas, huevo, algunos platillos, bebidas y hasta helados. Por supuesto, todas esas delicias también están incluidas en el boleto, sin cargos extra.
Estaba ansiosa por ver el avión y al subir, lo que más me impresionó fueron las cabinas privadas de primera clase, que incluyen un refrigerador con agua y refrescos; además, tienen una pantalla y una tablet. Por supuesto, esos asientos se convierten en cama.
Para mayor privacidad, tenía una ventana y una puerta corrediza, algo que nunca había visto en otros aviones, al pasar rumbo a la clase turista.
Al llegar a la zona de la clase business, no me esperaba que también contara con un refrigerador en el descansa brazo, con un agua y un refresco, así como una tablet y una pantalla.
Las sobrecargos son muy amables en todo momento, así que para hacer el viaje cómodo me ofrecieron botana y me preguntaron si quería ser despertada para los dos alimentos que se ofrecían en el trayecto.
Once horas después llegue de Dubai a Frankfurt, por supuesto muy descansada, porque los asientos prácticamente se ubican en posición horizontal. Estaba lista para tomar el siguiente vuelo, rumbo a México, pero cambiando de aerolínea, pues Emirates tenía que esperar hasta mañana para operar desde el país.