2017 fue un año muy positivo para el comercio exterior y 2018 pinta para ser también un buen año. De acuerdo con los últimos datos disponibles, las exportaciones totales mexicanas alcanzaron una cifra récord de 219 mil 84 millones de dólares durante los primeros seis meses del año, lo cual representó un aumento anual de 11%.

Las exportaciones a Estados Unidos alcanzaron también una cifra histórica en los primeros seis meses de 2018, lo que implicó un crecimiento anual de 9.1%. En este mismo periodo, las ventas de automóviles a Estados Unidos aumentaron 2.8%. Resulta un tanto paradójico que estos resultados positivos en el comercio bilateral entre México y Estados Unidos coincidan con los dos primeros años del gobierno del presidente Donald Trump y con la consecuente incertidumbre generada por su constante amenaza de abandonar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). El intercambio de comercio entre ambos países ha continuado su rumbo a pleno motor a pesar de la turbulenta renegociación del acuerdo, que está por cumplir un año de haber iniciado.

Es también de resaltar que este crecimiento en el comercio coincida con un aumento en la creación de empleos tanto en México como Estados Unidos, especialmente en el sector manufacturero, lo cual es una clara señal de que la integración comercial en América del Norte no sólo no disminuye los empleos, sino que los multiplica y aumenta. Además, mediante el libre comercio, los consumidores de ambos países pueden tener acceso a mejores productos y servicios a precios competitivos.

En ese sentido, es una buena noticia que se hayan retomado las negociaciones para la modernización del TLCAN en las últimas semanas y, sobre todo, que el equipo del presidente electo reconozca los avances obtenidos hasta el momento y comparta con el gobierno saliente el objetivo de privilegiar una negociación exitosa independientemente de los tiempos políticos. Las perspectivas de una posible terminación del proceso de negociación a finales de este mes son optimistas, pero habrá que esperar para ver si en la fase final de las negociaciones se logra encontrar consenso en los temas más controvertidos y se logra un acuerdo antes de que inicie la siguiente administración.

Sin duda, uno de los principales y, quizás de los pocos, beneficios del vertiginoso proceso de negociación del TLCAN es que ha impulsado, en primer lugar, una profunda reflexión sobre cómo la integración económica ha contribuido a fortalecer la competitividad de la región. Gracias a las negociaciones y a las múltiples voces que se alzaron en los tres países hoy es claro que tanto grandes como pequeños empresarios de estas naciones, pertenecientes a diversos sectores de la economía, han salido enfáticamente a defender el tratado y a exponer con cifras y argumentos contundentes las posibles consecuencias negativas de terminar con el acuerdo. Por otro lado, las nuevas circunstancias de la política comercial de nuestro vecino país del norte han incentivado a redoblar esfuerzos para una mayor diversificación del comercio de México más allá de Estados Unidos.

En particular, se terminó el proceso de negociación del TPP-11 o Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP), que ya ha sido ratificado por México y Japón, así como el recién modernizado Tratado de Libre Comercio entre la Unión Europea y México (TLCUEM). Ambos representan instrumentos muy valiosos para consolidar y explorar nuevos mercados, al tiempo que son claros factores de peso en la negociación del TLCAN; el hecho de que México tenga acceso a mercados japoneses y europeos y otorgue preferencias a empresas de estos países se convierte en un incentivo para que Estados Unidos no opte por salirse del TLCAN, ya que quedaría en desventaja en sus dos principales mercados en el mundo, Canadá y México.

En tercer lugar, ha quedado claro que para México la única apuesta posible es hacia una mayor apertura y una mayor competencia, factores que se deben tener siempre en cuenta para responder a quienes, desde cualquiera de los tres países, pudieran añorar el proteccionismo.

Las cifras de comercio exterior al alza en los dos primeros años del gobierno del presidente Trump son una clara manifestación de que, pese a la compleja coyuntura en la que nos encontramos, la actividad comercial de nuestro país es resiliente porque es ventajosa para todos. Ahora que la incertidumbre por las elecciones ha terminado la principal fuente de volatilidad para la economía mexicana reside en el proceso de negociación TLCAN. Un resultado exitoso contribuiría a iniciar el próximo sexenio con mayor estabilidad económica y mejores perspectivas de crecimiento. Por otro lado, si la renegociación no concluyera, el comercio y la integración podrían seguir en el marco del tratado hoy en día en vigor.

Presidente y director general de
Laureate México y de UVM

Twitter: @LuisEDuran2

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