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Petróleos Mexicanos (Pemex) inició 2020 con un dolor de cabeza, ya que puede perder mercado por la entrada en vigor de la norma IMO 2020 de la Organización Marítima Internacional, a partir del 1 de enero, que obliga a todas las embarcaciones a usar combustóleo limpio, con bajo contenido de azufre.
El reto de la petrolera se debe a que sigue y seguirá produciendo el producto en sus refinerías con estándares de contenido de azufre de 4% a 6%, mismos que superan la nueva regulación, que ordena un máximo de 0.50%.
A ello se suma que como resultado de la estrategia de utilizar a máxima capacidad las refinerías de Pemex, de los petrolíferos que surgen al procesar cada barril de petróleo crudo, el combustóleo es el segundo en volumen, sólo por detrás de las gasolinas.
En 2017, 35.5% del subproducto que surgió a raíz del procesamiento de petróleo fue el combustóleo, mientras que en 2018 representó 29.4% y entre enero y agosto del año pasado fue 24%.
El director de Pemex, Octavio Romero Oropeza, calcula que la producción nacional de combustóleo se elevará de 144 mil barriles diarios en 2019 a 239 mil en 2023, y entre 2024 y 2030 se producirán en promedio 169 mil barriles por día.
En contraste, en los últimos tres años la demanda nacional de este tipo de carburante ha ido a la baja, al igual que las exportaciones, lo que en conjunto contribuye a elevar sustancialmente los inventarios, afectando la operación de las refinerías.
Información de la Subdirección de Hidrocarburos de la Secretaría de Energía y reportes de la Comisión Reguladora de Energía (CRE) revelan que los inventarios de este subproducto superan 778 mil barriles al cierre de noviembre.
Cesar Cadena, presidente del Cluster Energético de Nuevo León, dijo que si bien hay un dolor de cabeza para Pemex, también “hay un remedio casero”, porque la Comisión Federal de Electricidad (CFE), podría absorber la producción de combustóleo.
CFE puede comprar el producto, aunque contamina, porque la empresa tiene acceso a tecnologías de control de contaminación en la quema de combustóleo que usa con éxito desde hace 12 años en termoeléctricas.