Los banqueros están cobrando las tasas hipotecarias más caras de los últimos cinco años, aunque aseguran que hacen lo posible para no trasladar las alzas del Banco de México (Banxico) a sus productos financieros.
La tasa hipotecaria promedio fue de 10.83% anual durante julio y se trata de la más alta desde junio de 2017.
La tasa promedio tocó un nivel mínimo histórico de 9.93% en octubre de 2020 y, a partir de entonces, comenzó a subir, debido a que Banxico duplicó su principal tipo de interés de 4.25% a 8.50% en los últimos dos años para tratar de frenar la inflación, explicó Gerardo Copca, analista de MetAnálisis.
En julio, el director de la Asociación de Bancos de México (ABM), Rodrigo Brand, informó que, en promedio, los créditos bancarios se habían encarecido 1%. “A pesar del entorno en el que las tasas de interés suben, no vemos impactos negativos en la calidad de la cartera ni en la morosidad”, dijo.
Sin embargo, las mayores tasas hipotecarias coinciden con un repunte de los incumplimientos en estos financiamientos, cuyo índice de morosidad aumentó de 2.8% en junio a 2.9% en julio, después de mantenerse estable en los últimos meses, de acuerdo con cifras de Banxico.
Sólo la vivienda tuvo un deterioro en el índice de morosidad, pues el financiamiento al consumo y empresas mostraron indicadores de 2.8% y 2.4%, respectivamente, explicó Yazmín Pérez, subdirectora de Economía Nacional de Banorte.
El presidente de la Asociación de Bancos de México, Daniel Becker, afirmó que “la banca ha hecho un gran esfuerzo por mantener las tasas y lo que hemos observado son crecimientos muy marginales que no reflejan el mismo crecimiento que la tasa de referencia de Banxico”.
Desde su perspectiva, mientras la tasa de Banxico se mantenga por debajo de 10%, no habrá aumentos importantes para los clientes.
Banorte, Santander, Scotiabank y Morgan Stanley estiman que la tasa del banco central llegará a 10% o más arriba para el final del año, debido a la inflación y sus expectativas, así como por la subida de intereses a escala mundial.
Las viviendas con crédito hipotecario en territorio mexicano tuvieron un precio promedio de un millón 502 mil pesos en junio pasado, 178 mil más que un año atrás, muestra información de la Sociedad Hipotecaria Federal.
Quintana Roo y Baja California Sur, los dos estados que más dependen del turismo, siguen mostrando la mayor alza de precios en vivienda.
Analistas de BBVA advierten que puede venir un deterioro en la dinámica de los saldos de financiamiento a la vivienda, debido a la inflación, pues la población tiene que destinar un mayor ingreso para comprar bienes y servicios de inmediata necesidad.
Menos préstamos
Banxico reportó que los créditos bancarios para viviendas populares se redujeron 10.7% en julio y cumplen siete años disminuyendo de manera consecutiva al restar la inflación, ya que no han dejado de reducirse desde agosto de 2015.
La colocación de vivienda asequible empezó a disminuir a mediados del sexenio de Enrique Peña Nieto, tras eliminarse subsidios para adquirir estos inmuebles entre los estratos económicos más bajos, señaló Jorge Paredes, presidente de la inmobiliaria Realty World México.
Los préstamos bancarios para comprar viviendas media y residencial aumentaron 4% y fue su menor avance desde diciembre del año pasado.
El director comercial de Tu Hipoteca Fácil, Gonzalo Cosgalla, explicó que, al eliminar los incentivos para construir vivienda popular, los desarrolladores buscan rentabilidad en el segmento medio.
“En la [vivienda] social, el margen que tenían era tan pequeño que quitándoles el subsidio ya no les conviene”. Sin embargo, esto afecta a gente de menores ingresos y a jóvenes. Son el eslabón más débil de la cadena laboral y tienen menos esperanza de adquirir vivienda”, explicó.
La oficina nacional de ONU-Hábitat dio a conocer que la vivienda que se produce en México es inalcanzable para cerca de 40% de la población, por lo que la disminución del crédito bancario hace todavía más difícil comprar un inmueble.
Solamente 15% de los mexicanos pueden adquirir una propiedad sin destinar más de 30% de sus ingresos para el pago del crédito hipotecario, es decir, sin comprometer el goce de otros derechos debido al pago excesivo del alojamiento.
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