En muchas conversaciones con personas relacionadas o ajenas a la industria automotriz, frecuentemente surge la preocupación sobre el impacto del cambio tecnológico del tren motriz con la llegada del coche eléctrico. La nueva tecnología puede acarrear algunos impactos no deseables para la cadena de suministro del coche tradicional. Por ejemplo, dada la no existencia de fluidos y una menor fricción en las partes mecánicas, el mantenimiento y el número de visitas de un coche eléctrico al taller deberá ser menor al del vehículo tradicional de combustión interna. Irremediablemente, muchos de los proveedores de ciertos componentes (e.g. filtros de aceite) deberán migrar hacia otro tipo de tecnologías o desaparecer.

Si bien existe preocupación entre algunos jugadores, la realidad nos dice que el número de coches eléctricos vendidos es actualmente muy bajo. En Estados Unidos, es menor a 1% del total de ventas. En México, solo unas cuantas centenas al año.

Esto no parecería ser de preocupación para la cadena de valor tradicional, al menos en el corto plazo. Sin embargo, es importante voltear hacia el Oriente. China se está tomando muy en serio la transición de la industria hacia las nuevas tecnologías de propulsión y está creando políticas que ayuden a erigir un ecosistema de movilidad eléctrica para los siguientes años.

El gobierno ha lanzado un programa ambicioso para impulsar las ventas de vehículos eléctricos, las cuales ascienden ya a más de 700 mil vehículos durante 2017, un crecimiento de alrededor de 70% en comparación con 2016. Las grandes automotrices chinas como BAIC, Chery o BYD tienen un portafolio cada vez más grande de vehículos electrificados y se están abriendo paso en el resto del mundo. El auto eléctrico más vendido en China en los últimos meses, el BAIC EC-Series, es una especie de crossover con un rango de 200km y un precio competitivo de 22 mil dólares. A este precio hay que añadir incentivos gubernamentales que pueden girar en torno a los 10 mil dólares.

En algunas ciudades chinas, es más fácil conseguir dar de alta unas placas de un vehículo eléctrico que de uno tradicional. A esto hay que sumar los programas de asociación y transferencia tecnológica que el gobierno ha firmado con varios de los fabricantes más importantes del mundo, entre ellos VW, GM y Ford. Se estima que para 2020, los fabricantes chinos de coches eléctricos puedan sumar 4.5 millones de unidades vendidas.

¿Y qué sucede con el suministro de las baterías, el principal componente del coche eléctrico? Con 25% de la producción mundial de baterías de litio, China ya es el jugador más importante del mundo en este rubro. Hay empresas chinas como Contemporary Amperex Technology (CATL) que se encuentra desarrollando lo que será la planta más grande de baterías en el mundo en 2020, incluso con una mayor capacidad que la Gigafactory de Tesla. El plan chino no termina ahí. Muchas empresas están también asegurando el suministro de litio a través de inversiones multimillonarias en Australia, Canadá, Sudamérica y África, donde existen reservas importantes de esta materia prima.

China se está colocando como el principal impulsor del auto eléctrico en el mundo. A medida que ese crecimiento continúe, es muy probable que los costos totales de propiedad del coche eléctrico se coloquen por debajo de los del tradicional y en poco tiempo se inicie una adopción masiva de la nueva tecnología de propulsión. México, tarde o temprano, tendrá que subirse a la nueva ola tecnológica.

Profesor del área de Dirección de Operaciones de IPADE Business School

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