El incremento de precios de alimentos y productos básicos reduce el poder adquisitivo de las familias mexicanas, por lo que éstas ya adoptaron nuevos patrones de consumo, afirmó el socio director de Información Sistematizada de Canales y Mercados (ISCAM), Rolando Contreras.
Este “comportamiento de crisis” consiste en alimentarse con más carbohidratos y menos proteínas, dijo, pero el problema es que eso genera enfermedades como diabetes e hipertensión que, a largo plazo, será más costoso atender.
“Ya se está viendo un comportamiento de crisis, lo que nos ha llevado a que el consumidor se acerca a tiendas de la localidad y empieza a comprar en menor cantidad, pero aumentan la frecuencia”, explicó a EL UNIVERSAL.
“Compran al día los faltantes que tienen en casa. Compran lo que les quita el hambre y baja la cantidad de proteínas que consumen”.
Por ejemplo, sube el consumo de galletas, aceites, mayonesas, harinas, sopas instantáneas, pastas, panadería y chiles en conserva aumentaron. Al mismo tiempo, baja el consumo de café, leche en polvo, consomé, leches evaporadas y condensadas, expuso.
“Estamos sufriendo un periodo inflacionario importante”, dijo Contreras. En marzo pasado el crecimiento de precios dentro del canasto de abarrotes fue de 10.1%, expuso.
Para poder pagar sus alimentos y abarrotes, la gente ya no va a restaurantes, al cine, ni realiza actividades que reduzcan sus ingresos, con la finalidad de destinar esos recursos a la adquisición e comida.
Otro comportamiento que también se da es que van a comercios cercanos, tiendas de autoservicio o tienditas de la esquina, sólo por el producto que ya no tienen, agregó.
Los consumidores tampoco gastan en desplazarse para hacer compras en tiendas lejanas ni se exponen a gastos de impulso. “Compran presentaciones pequeñas de productos para cuidar su gasto”, expuso.
Bolsillo golpeado
El problema que se debe considerar es que la inflación superó los aumentos a los salarios mínimos de 2020 y 2021, porque entre el primer trimestre de 2020 y el cuarto trimestre de 2021 el poder adquisitivo de los trabajadores cayó 3.1%, dijo el director general del Instituto para el Desarrollo Industrial y Crecimiento Económico (IDIC), José Luis de la Cruz Gallegos.
Además, las familias tuvieron que atender el problema del Covid-19 sin acceso a la seguridad social, señaló el especialista.
En su edición de 2018, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) que realiza el gobierno federal mostró que los alimentos que más se consumieron entre adolescentes y adultos en México fueron cereales, proteínas, leguminosas, frutas y verduras.
“Seguramente, con el tema del encierro y falta de actividad física, la siguiente encuesta nos va a arrojar datos con más foco de alerta de nutrición y salud”, dijo la nutrióloga y académica Selene Ramos López.
En el caso de los niños también pasó lo mismo: hace cuatro años los alimentos que más consumieron fueron cereales, leguminosas, carnes, frutas y verduras, y se dejaron fuera los minerales, fibras y vitamina, situación que pudo haberse mantenido a causa de la pandemia de Covid-19.
Contrario a lo que se pensaba, el problema es que la gente opta por algún antojito mexicano, cereales industrializados y botanas, dijo.
Ramos López explicó que esta dieta puede provocar diabetes, hipertensión, obesidad o sobrepeso, males que generan a su vez insuficiencia renal, angina de pecho y síndromes metabólicos. Esas enfermedades pueden incapacitar y evitar que una persona sea productiva, sobre todo si los niños empiezan a tener problemas de sobrepeso.
Afirmó que, en medio de la crisis económica, el ser humano busca sentirse satisfecho la mayor parte del día, por lo que es común que se prefiera un alimento con alto contenido de carbohidratos en lugar de una ensalada.
Además, muchas familias optan por platillos que casi no tienen verduras porque no hay tiempo para cocinar, debido a que las mujeres salen a trabajar.
Decidirse por carbohidratos “va a ser más caro a largo plazo por no comer bien”, recalcó, por tener que comprar insulina, metformina o losartan, medicamentos para la diabetes y la presión, así como por pagar tratamiento a un endocrinólogo o cardiólogo.