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La entrada de la temporada de lluvias y huracanes, aunada a la inflación elevada, finanzas públicas sin reforma fiscal y el riesgo de desaceleración en Estados Unidos, está formando una tormenta perfecta que se avecina como obstáculo para el desarrollo económico de cara al fin de este sexenio, señalan expertos.
Con la presencia del fenómeno de El Niño, la temporada de huracanes en el Pacífico inició el 15 de mayo y en el Atlántico a partir del 1 de junio, y terminará el próximo 30 de noviembre.
Lo anterior significará para las finanzas públicas un mayor gasto para enfrentar los posibles impactos de lluvias torrenciales y otros fenómenos meteorológicos, considerando que además ya no existe el Fondo de Desastres Naturales (Fonden).
Por otro lado, los consumidores experimentarán mayores precios de alimentos, afectados por cosechas dañadas por la sequía a causa de la onda de calor, y las posibles pérdidas por inundaciones, dijeron analistas.
A medida que arranca la temporada de huracanes, aumenta la preocupación por las cosechas, en especial de los principales granos, y las acciones para combatir el cambio climático.
Swiss Re Institute destacó en su último reporte de 2023, titulado Catástrofes naturales e inflación: la tormenta perfecta, que en los últimos 10 años México registró pérdidas por catástrofes naturales por un total de 27 mil millones de dólares.
De ese total, ponderó, sólo estaban asegurados 5 mil millones de dólares, que se traduce en una brecha o falta de protección de 80%, con 22 mil millones de dólares en pérdidas sin asegurar.
El reporte revela que en 2022 las catástrofes provocaron pérdidas económicas mundiales por 275 mil millones de dólares; 17 mil millones correspondieron a América Latina.
Sólo de ese monto, 125 mil millones estaban cubiertos por seguros, el cuarto total más alto de un año en los registros sigma.
Los desastres naturales de 2022 demuestran que los factores económicos, exacerbados por la inflación en los últimos dos años, son el principal impulsor de las elevadas pérdidas aseguradas, enfatizó Swiss Re.
Inflación en alimentos
Al respecto, el subdirector de análisis de Vector, Luis Adrián Muñiz, afirmó que el efecto del cambio climático sobre la inflación es muy relevante para los precios agropecuarios.
“A mayor cambio climático, mayor inflación”, advirtió.
Lo anterior, porque es el grupo con el impacto más inmediato ante ese tipo de eventos, como el que acaba de ocurrir con la ola de calor en todo el país.
“Eso tiene una fuerte implicación sobre los precios de los agropecuarios, particularmente carne de res, etcétera”.
Con las lluvias, señaló, habrá inundaciones, lo que es relevante para los precios agrícolas.
Así, ponderó que todo lo relacionado con el cambio climático tiene un efecto directo en los precios agropecuarios, que a su vez afectan a la inflación no sub- yacente, en donde se clasifica a las frutas, verduras y carnes.
Incluso, ponderó que es posible un impacto de segundo orden en las mercancías alimenticias como quesos, carnes procesadas y cereales, incluidos en la inflación subyacente.
“Le pega a la inflación y la deteriora, pero no tanto como en los alimentos frescos; sí lo hay, pero de segundo orden”, dijo.
Consideró que primero hay que preocuparse por el impacto en productos frescos a través de la inflación no subyacente, y después por un choque sobre procesados, en la subyacente.
Construir resiliencia
Ante ese panorama, destaca el caso de Seychelles, un país pequeño situado al este de África, así como uno de los menos poblados del mundo.
Por su ubicación geográfica, con 115 islas en el océano Índico, su economía depende del turismo y la pesca, y es vulnerable a fenómenos cada año que ponen en riesgo a su población y a su producto interno bruto.
Sin embargo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) reconoció que está equilibrando con éxito la conservación y el desarrollo económico mediante el aprovechamiento de instrumentos de financiación innovadores.
Fue el primer país en emitir un bono azul y en designar sus frágiles áreas costeras para protección a cambio de un acuerdo novedoso que lo libera de parte de su deuda soberana.
Además, es la segunda nación africana, después de Ruanda, en acceder al Servicio de Resiliencia y Sostenibilidad (RSF) del FMI.