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La semana pasada, el 15 de agosto, se cumplieron 53 años desde que el presidente estadounidense Richard Nixon anunciara la política económica a la que se le conoce coloquialmente como el “shock Nixon”. Esta es considerada por algunas personas, junto con la salida temporal del estándar del oro por parte de Inglaterra para pelear la Primera Guerra Mundial en 1914, el principal catalizador de las circunstancias que llevaron a la creación del protocolo de Bitcoin en 2008.
Como parte de esta política, que irónicamente se posicionó como una forma para crear “una nueva prosperidad sin guerras”, dio inicio la desaparición del sistema Bretton Woods, que fijaba, desde el final de la Segunda Guerra Mundial el valor de las monedas extranjeras con relación al precio del dólar estadounidense, que a su vez se expresaba en oro a un precio de 35 dólares por onza.
Los detalles alrededor de esta decisión son demasiados para el espacio de esta colaboración, pero, a grandes rasgos, significó que los dólares en circulación se “liberaban” de la obligación de estar respaldados por reservas de oro. Esto permitió al dólar flotar libremente y marcó el inicio de la era moderna del dinero fiat.
Pero, ¿qué tiene que ver esto con bitcoin? Cuando la persona o personas conocidas como Satoshi Nakamoto idearon Bitcoin, fue con la intención de crear el dinero más duro de la historia. Un posible regreso al estándar del oro que permitiera a las personas protegerse de la inflación artificial creada por los bancos centrales y regresarles la posibilidad de ahorrar sin que su dinero pierda valor a lo largo de los años solo por estar “inactivo”. Esa es la mejor característica de bitcoin.
Hoy, para la mayoría de las personas, imaginarse un retiro digno es impensable. Si ahorras, tu dinero pierde su valor a lo largo del tiempo conforme los gobiernos imprimen cada vez más billetes que no están respaldados por dinero duro. Las economías desarrolladas mantienen la tasa de crecimiento de la masa monetaria en un promedio de 5% anual. Esto puede parecer poco, pero a lo largo de 15 años, supone un aumento de 75% en la oferta de dinero y, por tanto, una disminución de 75% del poder de compra del ahorro 15 años antes. Si estabas ahorrando para retirarte, olvídalo.
Pero, ¿si en lugar de ahorrar, mejor invierto? Las y los mejores inversionistas del mundo, cuyo trabajo es conocer, estudiar y entender los mercados globales 24/7 para ganarle a la inflación, apenas pueden hacerlo por 3% o 4% para sus clientes; esto es suficiente para personas que invierten millones de dólares al año porque reciben entre 30 mil y 40 mil dólares por cada millón invertido, pero para alguien que apenas puede ahorrar cientos o miles de pesos al mes, nunca justificará la comisión que deberían de pagar a sus asesores financieros para lograr esos rendimientos.
Ahí es donde entra bitcoin. Por su naturaleza deflacionaria de oferta finita, su valor, en sentido contrario al dinero fiat, crece con el pasar del tiempo.
Un ejemplo que ilustra esta realidad a la perfección, sobre todo en el contexto del ahorro y la construcción de patrimonio es el del precio mediano de una casa en Estados Unidos en dinero fiat y en bitcoin durante los últimos ocho años: en 2016 era de 288 mil 400 dólares o 664 bitcoins, en 2020 era de 328 mil 900 dólares o 45 bitcoins y en 2024 es de 434 mil 700 dólares o 7.7 bitcoins, considerando un precio de 56 mil 135 dólares por bitcoin (precio promedio en 2024 hasta junio).
Considero entonces que la naturaleza de bitcoin ha sido malentendida debido a las mejores historias de personas que no solo reconocieron el potencial de bitcoin, sino que lo guardaron a lo largo de los años, soportando alzas y bajas, esperando el mejor momento para realizar sus ganancias.
Recordemos que bitcoin solo comenzó a llamar la atención del mundo en 2017 –ocho años después de que la primera moneda fuera emitida– cuando rebasó 10 mil dólares y surgieron los primeros multimillonarios de bitcoin. La idea de que con decenas o cientos de dólares bien invertidos en 2009 o 2010, cualquiera pudo haber ganado más de mil millones de dólares, capturó el imaginario colectivo. Sin embargo, hasta hoy, estas historias impactan drásticamente el entendimiento del activo digital más importante del siglo, reduciéndolo en la mente de las personas a una especie de lotería o apuesta arriesgada que solo tiene dos resultados: perder todo o ganar decenas de millones de dólares de la noche a la mañana. La realidad es que, en 2024, ambas son falsas.
Es por esta percepción equivocada que algunas personas compran bitcoin solo cuando hay ruido mediático, que por lo general sucede cuando llega a máximos históricos, y vende en cuanto el precio baja, lo que ocasiona que compren caro, vendan bajo y se decepcionen en cuestión de días, sin conocer la verdadera naturaleza de esta criptomoneda.
Pero hoy ya no debemos de pensar en bitcoin como una máquina para fabricar millonarios, sino como el dinero duro que puede permitir a las personas ahorrar a largo plazo, a través de subidas y bajadas que de una semana a otra pueden parecer extremas, pero que a lo largo de los años muestran un récord de apreciación muy por arriba de la inflación y cuya perspectiva, respaldada por la creación y aprobación de ETFs de bitcoin este año, es mejor que nunca.
A veces, cuando la gente escucha que un bitcoin vale alrededor de 60 mil dólares, piensa que solo pueden comprarlo si tienen esa cantidad a la mano. Es importante señalar que hoy cualquiera puede comprar bitcoin por partes y desde 100 pesos, no es necesario que compren uno completo para beneficiarse de su crecimiento a mediano y largo plazo. Incluso, lo pueden tomar como una cuenta de ahorro.
Durante el periodo entre el 27 de junio y el 4 de julio de este año, cuando el precio fluctuó entre 60 mil 242 y 53 mil 777 dólares, con este último desatando la más reciente ola de dudas y temor sobre bitcoin, las instituciones financieras que comercializan ETFs aprovecharon la baja en el precio para comprar más de 140 millones de dólares adicionales en bitcoin. Algo deben de saber.
Director general de Bitso México, director global de asuntos corporativos y regulatorios de Bitso y presidente de la Asociación Fintech México
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ROBERTO JIMÉNEZ