La economía global vivirá el efecto conocido como blue wave (ola azul) con la victoria de Joe Biden en la presidencia de Estados Unidos y la mayoría demócrata en las dos cámaras del Congreso, pues el nuevo gobierno tendrá control en los tres centros de poder.
Todas las decisiones que se tomen en la nueva agenda azul tendrán impacto y efecto en el mundo, pero especialmente con México, consideraron analistas consultados por EL UNIVERSAL.
A esta ola azul o agenda azul ya se subieron los mercados financieros internacionales, al descontar que se aprobará un tercer paquete de estímulos fiscales, el primero de Biden, para apoyar a familias y trabajadores afectados por la crisis económica provocada por la emergencia sanitaria.
Gracias a esta ola, algunas firmas financieras mejoraron sus perspectivas en indicadores bursátiles de Wall Street.
Aunado a lo anterior, se prevé siga el entorno de tipos de interés bajos para estimular la economía, acción a cargo de la Reserva Federal de Estados Unidos.
Se espera que los demócratas pasarán los dos primeros años impulsando su agenda, que es probable que incluya la mejora de las relaciones con China, el cambio climático, el control de armas y reforzar cuidados de la salud para salir de la pandemia.
La agenda que trae el nuevo presidente de Estados Unidos y su ola azul es amplia, como se vio con las primeras decisiones ejecutivas que firmó.
El estratega en jefe de Portafolio de Natixis IM, Jack Janasiewicz, dijo a esta casa editorial que si bien es importante el peso de los demócratas en ambas cámaras, enfrentarán desafíos en la administración del presidente Biden.
Explicó que en circunstancias normales el Senado necesitaría 60 votos para aprobar una legislación, que bajo su composición actual requeriría que 10 republicanos voten a favor.
Recordó que la agenda de Biden busca aumentos de ingresos del gobierno que se centren en subir impuestos y lograr que 10 republicanos cooperen, lo que es probable que no tendrá éxito.
Los demócratas tendrán dos oportunidades para aprobar esta legislación por un procedimiento presupuestario conocido como reconciliación, para los ejercicios de 2021 y 2022, señaló.
Dicho procedimiento, expuso, permite una consideración rápida de ciertas leyes de impuestos, gastos y límites de deuda asociados con mayor frecuencia con los presupuestos del Congreso.
Indicó que en el Senado, los proyectos de ley bajo reconciliación no están sujetos a obstrucción y el alcance de las enmiendas es limitado.
“El truco es que la aprobación sólo requiere una mayoría en lugar de 60 votos, así, si todos los senadores votan de acuerdo con líneas partidistas, cualquier propuesta bajo proceso de reconciliación puede ser aprobada con la vicepresidenta Harris emitiendo el voto de desempate”, destacó.
Para México, las políticas del nuevo inquilino de la Casa Blanca podrían tener repercusiones, aseguró, como una política exterior mucho más conciliadora con los vecinos del sur.
Pero el más importante, destaca, es la recuperación de la economía estadounidense, porque seguirá teniendo efectos secundarios que beneficien a la mexicana; los fuertes vínculos comerciales son los más obvios.
La regulación de inmigración también se suavizará, permitiendo que trabajadores migrantes ingresen a Estados Unidos. La repatriación de ingresos salariales a México también dará un impulso a la economía nacional, afirmó.
Uno de los personajes clave que están en el Congreso es la diputada latina por Nueva York, Alexandría Ocasio-Cortez, pues se espera que haga propuestas polémicas que no favorecerán a México, dijo el director general de Análisis de la calificadora HR Ratings, Felix Boni Brandani.
Para el vicepresidente de inversiones en Franklin Templeton, Luis Gonzali, otro personaje a seguir es Kamala Harris, número dos del gobierno de Biden.
Dijo que si bien la exsenadora por California no está contra el nuevo Tratado, piensa que no es lo suficientemente verde.
Biden promoverá privilegiar la compra de productos hechos en casa, lo que podría afectar las exportaciones mexicanas.
El efecto de la llamada blue wave se empezó a popularizar en la contienda electoral en Estados Unidos el año pasado, por el color asociado al partido demócrata.
Así la bautizó Steven Okun, exconsejero general adjunto del departamento de Transporte con el presidente Bill Clinton.
Vaticinó que si Biden obtenía un triunfo abrumador junto con la posibilidad de que los demócratas mantuvieran el control en la Cámara de Representantes y ganaran el Senado se tendría como resultado “una ola azul”.