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El Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) consideró que el aumento de 20% al salario mínimo acordado para 2024 golpeará a las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes) del país, a través de un encarecimiento del crédito para capital de trabajo.
En su Análisis Económico Ejecutivo semanal, la institución alertó que el incremento salarial también va a generar un alza en los costos laborales, lo que se traducirá en presiones inflacionarias.
El organismo del sector privado calculó que “los costos de la mano de obra crecerán de nuevo significativamente y en 2024 podrían ser 60% mayores a los de 2018, tomando en cuenta los efectos de los días de vacaciones y del aumento de las contribuciones a la seguridad social”.
Esta situación genera presiones inflacionarias por tres situaciones, detalló, siendo la primera que el rezago salarial ya se revirtió significativamente y hay un impacto adicional sobre los costos laborales.
En segundo lugar, este aumento se otorgará en momentos en que el mercado laboral está presionado por la falta de mano de obra en diversas regiones y sectores de México.
El tercer factor es que el alza salarial se suma al impacto que tendrá la política fiscal expansiva que se aprobó para 2024.
“Aun cuando no se reconozca explícitamente, el pronunciado aumento del salario mínimo probablemente elevará la cautela del Banco de México con respecto al momento idóneo para comenzar a reducir la tasa de interés, lo que alargaría la carestía del crédito para capital de trabajo, en detrimento especialmente de las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes)”, comentó.
El impacto que tendrán las Mipymes preocupa, porque éstas contribuyen con 68% del empleo y 45% del valor agregado del producto interno bruto (PIB), además de que son importantes para diversos sectores como alojamiento temporal, alimentos y bebidas, así como manufacturas, entre otros.
Las Mipymes registran una menor productividad con respecto a las grandes empresas, escasa maquinaria y equipo, y rezagos en la adopción de tecnología, situación que limita el que obtengan préstamos comerciales, lo que impide que inviertan y crezcan, dijo el CEESP.
La discrepancia entre el alto porcentaje del empleo que ocupan y la relativamente baja proporción del PIB que generan hablan de la deficiente productividad laboral con que trabajan las micro, pequeñas y medianas empresas con respecto a las grandes organizaciones, que ocupan 32.1% del empleo y generan 54.7% de la actividad económica.
“Esto es natural, dado que la mayor escala de la empresa grande le permite una mejor distribución del trabajo y una mayor facilidad para adquirir capital físico —maquinaria y equipo— y adoptar tecnología”, destacó el CEESP. “El 72% de la formación de capital fijo proviene de las empresas grandes”, detalló.
Lo anterior es un reto de la política económica en México, advirtió el centro. “Las políticas en favor de las Mipymes tradicionalmente han carecido de alicientes u objetivos centrados en su crecimiento y por lo tanto en el aumento de su productividad”, señaló.