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Acapulco, Gro.— Y un año después, el tigre todavía estaba allí. Nadie iba a pensar que aguardó durante un año para sacar las garras contra quien, en su momento, le dio forma: el presidente Andrés Manuel López Obrador.
El mandatario llega a Acapulco, al mismo lugar donde hace un año advirtió sobre el tigre, haciendo referencia a que si no ganaba las elecciones, la ciudadanía podría manifestarse.
Ahora, como Presidente, ese tigre se fue contra él: un grupo de personas lo encara y le grita como no se había visto antes en su administración, debido a la cancelación del presupuesto destinado a las estancias infantiles.
La protesta es severa, le gritan “¡Fuera!”, pero López Obrador no se inmuta, camina entre empujones y resguardado por tres mujeres de la Ayudantía hasta que sube a su camioneta y con un ademán les hace saber a los manifestantes que los ha escuchado y ha visto sus pancartas.
De inmediato sale disparado entre varios vehículos escolta del gobernador guerrerense, Héctor Astudillo, y una patrulla de la policía estatal.
El Presidente llega al lujoso hotel Princess de Acapulco, más de 800 convencionistas, entre banqueros e inversionistas, lo esperan para comer como parte de la edición 82 de la Convención Bancaria.
El acto causa mucha menos expectativa que hace un año, cuando asistía como candidato en su tercera elección presidencial.
El mandatario encabeza la clausura del evento. Toma su lugar y participa del cambio de estafeta y de mazo entre Marcos Martínez Gavica (saliente) y Luis Niño de Rivera, quien toma la presidencia de la Asociación de Bancos de México (ABM).
Esta vez, a los banqueros poco les emociona la visita de López Obrador, quien también se muestra distante. Mientras se desarrolla la clausura del evento, no platica con Martínez Gavica o Niño de Rivera, sólo escribe en una hoja y ve fijamente a las pantallas mientras otros ofrecen discursos.
Eso sí, se hace acompañar de sus hombres fuertes en las finanzas y el empresariado: el secretario de Hacienda, Carlos Urzúa; el jefe de la oficina de la Presidencia; el aliado más importante de la iniciativa privada, Alfonso Romo, y su asesor externo, Marcos Fastlicht.
Así pasan minutos eternos, hasta que una broma de Martínez Gavica le saca una sonrisa: “A Luis Niño de Rivera, mi colega que está a punto de, no digo de ganarse el tigre porque sonaría muy raro en esta convención, pero bienvenido”.
El empresario se refiere a esa frase que López Obrador dijo en 2018, en la edición número 81 de la Convención Bancaria, cuando afirmaba que él no se haría responsable si alguien soltaba al tigre.
El Presidente cumple su compromiso con los banqueros y más tarde encabeza otro evento en Ciudad Renacimiento, el otro Acapulco, el de la pobreza y marginación. Ahí se siente más cómodo... está con su público.