Ante la incertidumbre y la volatilidad que han prevalecido durante las últimas semanas, México debe poner atención en la atracción–retención de inversión directa y en el eficaz y eficiente ejercicio del gasto programado.
El panorama macroeconómico financiero del país se ha caracterizado por la incertidumbre y la especulación derivada del fortalecimiento del dólar a nivel mundial, el aplazamiento del TLCAN o la posibilidad de un acuerdo bilateral, el reciente intercambio de aranceles aplicados con el vecino del norte y, en menor medida, el desarrollo del proceso electoral.
Reflejo de lo anterior se expresa en el tipo de cambio que en la última quincena de abril fue de 17.97 pesos por dólar como resultado de apreciaciones ininterrumpidas; sin embargo, en las semanas de mayo nuestra moneda se depreció continuamente, alcanzando un tipo de cambio de 20.38 pesos por dólar en la semana pasada. Por otro lado, mucho se ha mencionado sobre la falta de atracción y salida de capitales de nuestro país.
Durante el primer trimestre de 2018, según Banxico, el balance en inversión directa fue de poco más de 6 mil 900 millones de dólares (mdd), flujo menor al observado en 37% respecto del mismo periodo en 2017, en el que entraron 11 mil mdd aproximadamente, esto debido a una reducción de 24.7% de inversión recibida en México (pasando de 12 mil 626 a 9 mil 502 mdd), acentuado por el incremento de 60.6% en la realizada en el exterior (de mil 588 a 2 mil 551 mdd).
Sumado a lo anterior y, de acuerdo con el Instituto de Finanzas Internacionales, se prevé un panorama complicado para la inversión de cartera en el que inversionistas muestren aversión al riesgo por economías emergentes.
A diferencia de Argentina y Turquía, que experimentaron fuertes salidas de capital, México ha destacado en ese renglón durante el primer trimestre al recibir 7 mil mdd, o 26.3% más que lo registrado en el mismo periodo de 2017 (5 mil 610 mdd), pero prevalece incertidumbre entre inversionistas por el proceso electoral y el fortalecimiento del dólar.
México cuenta con fortalezas que deben aprovecharse, entre las que destacan adecuadas medidas prudenciales en el sector financiero, un buen manejo de política monetaria que anticipa la normalización de tasas en EU y a la vez controla el nivel de inflación anclando las expectativas, una menor exposición de deuda pública y privada al dólar y un mejor estado de finanzas públicas con menor dependencia de ingresos petroleros y un superávit fiscal primario. En un segmento donde no debe bajarse la guardia, es en el eficiente y eficaz ejercicio del gasto público.
Durante el primer trimestre, el ejercicio del gasto público ascendió a 269 mil 147 millones de pesos de los 283 mil 853 millones que estaban programados; es decir, un subejercicio de 5.2%. Este fue mayor al reportado en el mismo periodo de 2017, cuando fueron ejercidos 248 mil 754 millones de pesos de los 252 mil 973 millones programados arrojando un subejercicio de 1.6%.
Vale señalar que aun cuando en abril el ejercicio del gasto se sobrepuso y alcanzó 99.3% de lo programado en el cuatrimestre para corregir lo observado a marzo, no es momento de caer en subejercicios y por ello debe atenderse oportunamente la calendarización.
La irresolución por el TLCAN y la política de comercio exterior en general, la volatilidad del tipo de cambio y la incertidumbre por el proceso electoral no deben paralizar la toma de decisiones o provocar la salida de capitales. Después del TLCAN y del 1 de julio la economía continuará moviéndose.
En los últimos tres cambios de administración, el pase de estafeta se ha caracterizado por realizarse sin turbulencias macroeconómicas; si bien México cuenta con buenos fundamentales para que continúe por ese camino, es momento de no bajar la guardia y mantener la potencia en las máquinas para fortalecer la confianza del país ante los inversionistas y aceitar los pistones para ejercer el presupuesto de manera eficaz y eficiente.
Vicepresidente de Consultores Internacionales