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En los últimos 15 años, Petróleos Mexicanos (Pemex) ha recibido en promedio anual 7.5 amenazas de bomba en sus instalaciones.

De acuerdo con información entregada por la petrolera a través de la Plataforma Nacional de Transparencia, con fecha del 5 de febrero de 2018, “todas las amenazas en el registro han resultado falsas por lo que no hubo reportes de daños o afectaciones al bienestar o salvaguarda del personal, instalaciones, bienes o valores de la firma y subsidiarias”.

La petrolera argumenta a través de su Unidad de Transparencia que tampoco “no tiene registro de los responsables” de las amenazas.

Sin embargo, la subdirección de Salvaguardia Estratégica de Pemex dice que por protocolo “en todos los eventos fue necesario desalojar instalaciones”, aunque no precisa cuáles por razones de seguridad y porque son instalaciones estratégicas.

En sus registros, la empresa productiva del Estado reconoce que 2006, 2007 y 2008 fueron los años con el mayor número de amenazas: 10, 36 y 17, respectivamente.

Fue en julio de 2007, cuando el autodenominado Ejército Popular Revolucionario (EPR) se adjudicó las explosiones en ductos de Pemex en Guanajuato y Querétaro.

Durante la administración que recién concluyó se reportaron 22 incidentes de esta naturaleza, para un promedio anual de 3.6 amenazas.

El 31 de enero de 2013, hubo una explosión en la Torre Ejecutiva de Pemex, aunque el accidente se debió a la acumulación de gas metano, según la versión oficial.

Apenas el pasado 31 de enero de 2019, se detectó una camioneta con artefactos explosivos frente a la refinería de Pemex en Salamanca.

Para atender estas situaciones, añade la información, se realizan las acciones del Plan Integral de Seguridad Física de Petróleos Mexicanos y sus Organismos Subsidiarios.

Acciones contingentes. Las acciones a desarrollar antes, durante y después de la amenaza de artefacto explosivo o de bomba son:

Antes: capacitar al personal que contesta teléfonos; al personal que recibe la correspondencia, para cuando recibe un paquete, verifique que todo se presente dentro de lo acostumbrado y en caso de identificar algo anormal no abrirlo, mantenerlo aislado e informar de ello.

Simulacros periódicos. Durante la amenaza: efectuar un diagnóstico primario al comité de crisis conformado por el coordinador de Emergencias, de seguridad y operativo y al grupo especializado en manejo de artefactos explosivos (Sedena, Semar, SSP, policía estatal o municipal) para determinar si es una falsa alarma o tiene veracidad.

Otra de las acciones es reportar a sus superiores de manera inmediata y alertar al escalafón superior, autoridades militares y civiles y ordenar la búsqueda inmediata del posible “artefacto explosivo improvisado”. Al descubrir un posible artefacto: mantener al personal aislado del mismo y colocar señalamientos de ubicación.

Acordonar el área a una distancia de 400 metros a la redonda cuando sea posible y 100 metros más al tratarse de un gasoducto.

Prever la evacuación total o parcial y mantener abiertas las rutas de salida, estableciendo los puntos de reunión y manejar toda la situación con discreción.

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