Alcanzar los niveles de pobreza previos a la pandemia por el Covid-19 tardará más tiempo que el estimado para la recuperación de la economía, debido a la insuficiencia de apoyos y a que las secuelas en los hogares y en el mercado laboral son más profundas, estimó John Scott, investigador académico del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
“En la última crisis que tuvimos en 2009 se disparó la pobreza laboral y no regresamos al nivel que teníamos antes hasta el final de 2019. Tardamos 10 años para recuperarnos de una crisis menos grave que la actual, eso nos da una idea de lo difícil que es recuperarse, aun cuando el PIB repunte”, explicó en entrevista con EL UNIVERSAL.
El impacto de la pandemia por el Covid-19 ha sido consistente con el tamaño de la crisis. Mientras el PIB del país cayó casi 8.5%, la pobreza laboral creció de 35.7% antes de la emergencia a 40.7% al cierre del año pasado, casi 52 millones de personas cuyo ingreso es insuficiente para cubrir el costo de la canasta alimentaria.
También lee: Pobreza extrema, al doble, pese a apoyos de gobierno
Las proyecciones sugieren que el PIB que se tenía previo a la crisis sanitaria se recuperará hacia 2024 o 2025; sin embargo, resarcir el terreno perdido del mercado laboral va a ser más lento, porque el efecto de la crisis va a perdurar más, destacó el investigador.
Transferencias insuficientes
En su opinión, el tamaño de la caída económica del país es severo porque no se ejerció ampliamente una política anticíclica como otros países y el aumento de la pobreza refleja el límite o la modestia de estas condiciones.
El número de personas en pobreza extrema por ingresos podría haberse incrementado hasta 10.7 millones calculó inicialmente el Coneval; sin embargo, hasta agosto próximo tendrán las mediciones de pobreza en 2020.
En ese informe se podrán evaluar las dimensiones reales de la crisis en educación, salud, nutrición y cuyo efecto será de largo plazo. México es de los países que menos aumentaron el gasto en respuesta a la crisis, advierte.
También lee: América Latina, reguero de muerte y pobreza, a un año del Covid
“Sumando todas las transferencias monetarias que realiza el gobierno vía programas como Prospera, Procampo o Adultos Mayores, en 2018 alcanzó menos de un punto porcentual del PIB.
“Eso aumentó en 2019 y 2020 para llegar a ubicarse entre 1.5% y 1.7%, que es algo modesto si lo comparamos con otros países que elevaron sus transferencias entre dos y cuatro puntos del PIB”, dijo.
Falta de programas adecuados
Otro grave problema es que la población más vulnerable de esta crisis fue la que está en edad laboral, hogares jóvenes en áreas urbanas que perdieron sus trabajos y justo para ese sector, el Estado mexicano no contaba con instrumentos de protección social idóneos, destacó Scott.
“Los programas dirigidos al problema del Covid-19 representaron un punto del PIB, una parte importante para salud, otra para proteger a trabajadores, a hogares pobres fue de medio punto del PIB, es algo importante pero modesto para el golpe económico y el tamaño de la población. La cobertura con relación a la gente que perdió su ingreso es limitada”.
También lee: Los más pobres, principales víctimas de la 4T
Crecimiento y pobreza
La pobreza en México no depende tanto de la política social y las transferencias, como del crecimiento económico: “Las transferencias y políticas sociales son importantes, pero lo esencial es el crecimiento”, destacó Scott.
En su opinión, México tiene un gran potencial de crecimiento que no ha logrado concretar en las últimas décadas y para detonarlo se necesita que la gente tenga acceso a activos productivos de forma amplia e incluyente.
“En la práctica eso quiere decir reducir la informalidad. México tiene una economía muy fraccionada, por una parte, un sector moderno que ha crecido, y por otro un sector muy grande e informal que no crece y ha frenado el desarrollo del país”, señaló.
John Scott indicó que es importante que tanto la parte social y económica vayan juntas.
“Una buena política social debe integrar a los sectores más vulnerables a la economía... para salir en forma permanente con sus propios medios, invirtiendo en sus capacidades productivas”.