Con la pandemia y los confinamientos se desató un boom de inversionistas jóvenes que por primera vez entraron a operar en los mercados de valores.
Muchos jóvenes que tenían ahorros -especialmente en países desarrollados- se atrevieron a negociar en bolsa.
Uno de los motores de esta fiebre ha sido la rápida expansión de los brokers online, o corredores de bolsa en línea, que a través de una aplicación en el teléfono móvil abrieron las puertas a los aventureros inexpertos con el cobro de comisiones muy bajas (o incluso ninguna comisión) por el servicio.
Pero así como han crecido los intermediarios online, también han aumentado los fracasos de los inexpertos que, después de leer un poco, creen que pueden lanzarse al agua siguiendo el consejo de amigos o influencers en redes sociales.
En paralelo a los operadores en línea, están en el mercado los tradicionales bancos de inversión o corredores de bolsa que ofrecen análisis y recomendaciones a cambio de un pago por sus servicios que, en algunos casos, puede llegar a ser bastante alto.
Cualquiera sea el camino que escojas, si quieres invertir en la bolsa tienes que tener un intermediario que conecte tus fondos con el mercado de valores; es decir, que ejecute tus órdenes de compra y venta.
Y ese broker debe estar registrado frente a la autoridad reguladora de cada país para poder llevar a cabo la transacción.
Sorteado ese paso, tendrás que analizar si quieres invertir en instrumentos de renta variable (como acciones o fondos) o en instrumentos de renta fija (como bonos).
Todo depende de cuánto estés dispuesto a arriesgar. A mayor riesgo, mayor posibilidad de ganar más dinero. Y a menor riesgo, la rentabilidad que puedes conseguir con tu inversión será reducida.
"Es clave conocer tu perfil de riesgo", le dice a BBC Mundo Hugo Osorio, subgerente de Estrategias de Inversión de la empresa de servicios financieros Falcom Asset Manager.
Estos son algunos de los principales errores que cometen los inversionistas novatos cuando deciden poner su dinero en los mercados bursátiles.
Uno de los errores más comunes entre quienes comienzan a invertir es buscar ganancias a corto plazo. "Lo mínimo es ponerse un horizonte de tres años", explica Osorio.
Quienes se dedican a invertir de manera profesional suelen hacerlo pensando en conseguir ganancias a largo plazo, precisamente para evitar las volatilidades de las bolsas.
Con eso en mente, cuanto mayor sea la cantidad de dinero invertido, mayores serán los rendimientos que irás ganando con el paso del tiempo.
A medida que el dinero sume intereses, la cantidad reinvertida también irá creciendo. A esto se le llama el interés compuesto; es decir, ganar más dinero con tu propio dinero.
Esta es una regla básica para cualquier inversionista, más allá de que tenga poco a mucho dinero.
No se pueden poner todos los fondos en el mismo lugar. Por eso los expertos hablan de tener una cartera diversificada, con una parte de tus recursos invertida en instrumentos de renta variable y otra parte en renta fija.
En países como Estados Unidos es común la idea de invertir un 60% de los fondos en renta variable y el otro 40% en renta fija, pero esa fórmula no suele ser recomendable para inversores que recién se están iniciando en los mercados bursátiles, advierte Osorio.
Lo más recomendable es comenzar invirtiendo de una manera cauta, construyendo un portafolio (cartera de inversiones) con diferentes tipos de activos financieros y con distintos niveles de exposición al riesgo.
Como cuando vas al supermercado y pones en la cesta distintos productos. Puedes combinar, por ejemplo, acciones, fondos, bonos. Y si tienes más recursos, puedes agregar a la cesta monedas, materias primas y otros productos más especializados.
En el último tiempo han ganado terreno como instrumento de inversión los ETF (Exchange Trade Fund, por sus siglas en inglés), que en español se conocen como fondos cotizados en bolsa: un producto que mezcla el mundo de los fondos de inversión y el mundo de las acciones.
De cualquier forma que decidas invertir, solo asegúrate de que la combinación esté diversificada y sea adecuada para tu tolerancia al riesgo y tus objetivos de inversión.
En los mercados bursátiles no todas las decisiones se toman con la mente fría y, aunque las expectativas se basan en análisis técnicos, siempre hay elementos irracionales o inconscientes que entran en juego.
Si logras resistir una fuerte caída bursátil sin vender tus acciones, es posible que cuando venga el rebote ganes mucho dinero. El problema es que cuando el pánico se contagia, el efecto dominó puede nublar el juicio y llevarte a tomar decisiones apresuradas.
Un ejemplo cercano es lo que ocurrió el año pasado con la pandemia de covid-19. El siguiente gráfico muestra el impacto de la volatilidad en los mercados durante 2020.
Si tu mirada está puesta en el largo plazo, teóricamente una caída fuerte no debería impulsarte a vender en medio de la tormenta.
Todos tenemos un perfil de riesgo distinto.
Un buen análisis de los límites de tus condiciones financieras y los objetivos que persigues es fundamental para saber qué es lo que más te conviene.
Algunas de las preguntas esenciales son: cuánto dinero puedes invertir, cuánto estás dispuesto a perder, en qué plazo esperas conseguir rentabilidad, cuál es el objetivo de la inversión. ¿Quieres ganar dinero rápido en menos de un año para financiar tus estudios o quieres invertir para tener una buena jubilación?
Para los que recién están comenzando en este viaje, la recomendación de los expertos es buscar asesoría. Y en la medida que estudies y conozcas cómo funcionan los mercados, tendrás más herramientas para arriesgarte a caminar solo.
Para los que prefieren invertir siguiendo las recomendaciones de un asesor especializado, hay que comparar las comisiones que cobran estos expertos por su servicio.
Pero no solo eso. También hay que considerar que existen otros costos asociados a las transacciones bursátiles que pueden afectar el retorno que estabas esperando.
De hecho, si el monto a invertir es muy bajo y el costo final de hacer la transacción es muy alto, quizás no vale la pena entrar al mercado de valores.
Incluso si decides entrar al mercado usando una plataforma online que cobra una mínima comisión (o ninguna), de todos modos existe una serie de costos que van implícitos en todas las inversiones.
Por ejemplo, existen cobros por vender y comprar activos (comisión de compraventa), los de custodia, los de mantenimiento de la cuenta de valores o los cobros por inactividad, los pagos al momento de retirar dividendos o, por ejemplo, los costos por cambiar tus productos de un broker a otro.
Por otro lado, si trabajas con un intermediario extranjero, cuya sede está en otro país, habrá que mirar si ese broker está autorizado para realizar transacciones.
Este error puede ser realmente grave. Si estás comenzando a invertir, no es recomendable contraer deuda para hacer transacciones.
Existen asesores financieros que pueden presionarte para que inviertas mayores sumas de dinero a través de préstamos.
O incluso los brokers online pueden acosarte con mensajes al celular para que no pierdas "grandes oportunidades". No en vano existe la expresión en inglés FOMO (fear of missing out, que es algo así como el miedo a perderte algo), que puede llevarte a invertir cuando no tienes dinero, simplemente por el miedo a perder el momento.
A veces estas situaciones ocurren, por ejemplo, cuando una persona ha tenido una buena racha y cae en la tentación de endeudarse para ganar más.
Como cuando los jugadores van al casino o a las carreras de caballo a apostar dinero y quedan atrapados por la obsesión.
Invertir también puede llegar a ser adictivo.
Y es que, cuando se trata de los mercados de valores, habitualmente vemos una sola cara de la moneda: la de los ganadores. Es habitual que los medios de comunicación estén llenos de historias de multimillonarios de origen humilde que invirtieron y triunfaron.
Pero los estudios muestran que, en la práctica, en la bolsa son más los inversores individuales que pierden dinero que los que ganan.
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