Si alguien te habla de monedas digitales, es probable que lo primero que se te venga a la cabeza sean criptomonedas como el bitcoin.
Sin embargo, hay otras monedas digitales, prácticamente desconocidas, que avanzan silenciosamente en los pasillos de las altas esferas de las finanzas con las que se quiere reemplazar a los billetes de papel y al dinero metálico.
Son las monedas digitales emitidas por los bancos centrales (CBDC, por sus siglas en inglés).
Se trata de la versión digital de las monedas tradicionales que las personas utilizan todos los días, como el dólar, el euro o el yuan.
A finales de junio, la Comisión Europea presentó una propuesta para poner en marcha el euro digital.
Bajo ese esquema, la tradicional moneda de un euro tendría un valor exactamente igual al de un euro digital.
Esta nueva divisa sería emitida por el Banco Central Europeo (BCE), con un estatus que la hace tan oficial como su equivalente físico.
En ese sentido, estas divisas digitales -que ya han sido implementadas en varios países- son la antítesis de las criptomonedas.
¿Por qué? porque las criptomonedas no son emitidas por ningún banco central y su valor cambia constantemente.
En el mercado de las criptomonedas participan inversionistas que están dispuestos a correr riesgos, ya que los precios pueden dispararse un día y caer estrepitosamente al otro.
Básicamente, nadie regula su valor y se mueven libremente a través de una tecnología que se llama cadena de bloques (o blockchain), mientras que las monedas digitales "públicas" u "oficiales", funcionan igual que el dinero tradicional, solo que en un formato electrónico.
"Con el euro digital, los ciudadanos podrán pagar en dinero público”, dijo Valdis Dombrovskis, vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea.
"Tener un monedero digital en euros recargado en el teléfono -u otro dispositivo- será lo mismo que tener monedas y billetes en el bolsillo”, agregó.
La ley definitiva debe ser respaldada por los 27 Estados miembros de la Unión Europea. Si eso ocurre, se espera que el BCE dé luz verde a un euro digital en los próximos meses para que pueda lanzarse en 2027.
A continuación te contamos cuatro claves para entender cómo funcionan las monedas digitales y qué ventajas y desventajas tienen.
Las monedas digitales emitidas por los bancos centrales de cada país son la versión electrónica del dinero tradicional.
Así, en vez de imprimir billetes de papel o monedas metálicas, el banco central de un país emite su propio dinero en formato electrónico.
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Una de las diferencias esenciales con el sistema actual es que estas monedas no requieren que un banco sea el intermediario para que se lleve a cabo la transacción.
Teóricamente, podrías hacer transferencias electrónicas como si le estuvieras pasando unos billetes en la mano a otra persona o a un negocio.
Se espera que las monedas digitales bajen los costos asociados a las transacciones online hechas a través de la banca comercial y que favorezcan a las personas de ingresos más bajos y a los sectores de la población que no están bancarizados.
Entre las distintas propuestas para implementar el sistema que está sobre la mesa, algunos expertos han planteado crear cuentas bancarias universales en los bancos centrales para todos los ciudadanos.
Pero lo cierto es que cada país o zona monetaria que decida emitir este tipo de monedas, fijará sus propias reglas.
Esa es la idea básica de una moneda digital oficial, aunque por ahora, hay muchas interrogantes sin responder, en la medida que las grandes economías del mundo aún están analizando sus potenciales beneficios.
China fue la primera gran economía del mundo en lanzar una moneda digital en 2020 en algunas partes de su territorio.
Se calcula que el yuan digital es utilizado actualmente por unos 260 millones de personas y el plan del gobierno es hacerlo extensivo a todo el territorio.
Según el centro de estudios Atlantic Council, con sede en Washington DC, un total de 130 países están explorando versiones digitales de sus monedas, con casi la mitad de ellos en etapas más avanzadas de desarrollo, haciendo planes piloto o en proceso de lanzamiento.
Todos los países del Grupo de los 20 (G20), excepto Argentina, están en alguna de esas fases.
Once países, incluidos varios en el Caribe y Nigeria, ya han lanzado monedas digitales emitidas por sus bancos centrales, según el centro de estudios.
Bahamas, por ejemplo, un país pequeño de apenas 390.000 habitantes, se ha convertido en un gran laboratorio al crear el dólar de arena (sand dollar, en inglés), la primera moneda digital del mundo emitida por un banco central.
La iniciativa ha demorado en despegar porque la mayoría de la población no lo utiliza, una dificultad con la que también se han encontrado otros países.
Otras dos grandes economías emergentes, como India y Brasil, tienen planes para lanzar monedas digitales en los próximos años.
En medio de este panorama, el país con la moneda más fuerte del mundo, Estados Unidos, está lejos de tener planes para crear un dólar digital.
Desde la Casa Blanca, el presidente Joe Biden ordenó a funcionarios del gobierno que evaluaran los riesgos y beneficios de crear un dólar digital en marzo de 2022.
Pero el dólar digital no forma parte de los temas que se discuten en la agenda económica del país.
Suecia continúa siendo uno de los países más avanzados de Europa con su programa piloto, mientras que el Banco de Inglaterra sigue trabajando en una posible libra digital que podría entrar en uso hacia finales de esta década.
Australia, Tailandia, Corea del Sur y Rusia tienen la intención de continuar con las pruebas piloto.
A pesar del creciente interés en las monedas digitales oficiales, algunos países que las han lanzado, como Nigeria, señalan que su aceptación ha sido decepcionante, mientras que Senegal y Ecuador cancelaron sus planes de desarrollo de este tipo de divisas.
Los promotores de las monedas digitales dicen que ayudarán a la inclusión financiera de quienes están fuera de la banca comercial y promoverán la innovación tecnológica, la eficiencia en las transacciones y el desarrollo económico.
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En teoría, el cambio contribuiría a una reducción de costos porque el sistema no depende de la banca comercial, ya que el medio de pago depende directamente de la banca central.
De hecho, en el caso del euro digital, se supone que el Banco Central Europeo no tendría ningún interés comercial en almacenar, gestionar o monetizar los datos de los usuarios.
Quienes apoyan el proyecto presentado por la Comisión Europea, sostienen que un euro digital permitiría pagar con “una forma de dinero público ampliamente aceptada, barata y segura”.
Además, se estima que el uso de divisas digitales podría disuadir ciertas actividades criminales financieras, en la medida que sería más fácil determinar quién es el remitente y el receptor de las transferencias.
De crearse un euro digital en los próximos años, se espera que el Banco Central Europeo no imponga comisiones a los usuarios.
Pero eso no quiere decir que el uso de la divisa digital resulte completamente gratuito. Aún no está claro cuál será la función y los costos de los posibles intermediarios que ofrecerán servicios para que funcione el mercado de la divisa.
Tampoco se conoce cómo sería la relación con la banca comercial.
Además, las voces críticas desconfían de que los bancos centrales tengan la información detallada de todas las transacciones que hacen los usuarios en países donde no existe suficiente transparencia y la información podría ser utilizada con fines políticos.
A la banca comercial le preocupa que eventualmente un gran número de depositantes abandone el sistema bancario, un factor que podría poner en riesgo una parte importante de su negocio y, en un caso extremo, provocar posibles corridas bancarias.
Sin embargo, los expertos han dicho que esa potencial fuga de dinero desde la banca comercial se puede controlar fácilmente estableciendo límites a la cantidad de divisas digitales que puede poseer un determinado cliente.
Otra de las críticas que se han hecho al sistema, es que como todas las operaciones estarían centralizadas, existe el riesgo de que un determinado banco central tome decisiones arbitrarias dado que puede crear o eliminar dinero en un abrir y cerrar de ojos.
Desde otro punto de vista, también existe el riesgo de que una moneda digital extranjera bien gestionada pueda convertirse en un sustituto de una determinada moneda local.
Finalmente, dicen los expertos, todo dependerá de cómo se implemente el sistema de monedas digitales que emiten los bancos centrales de acuerdo al modelo que cada país defina.
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mcc