¿Alguna vez has sentido deseos de vengarte de tu pareja por alguna acción que te ofendió o dañó? Hay quienes lo hacen: una mujer ofendida me dijo que llegó a limpiar el inodoro con el cepillo de dientes del esposo; un ejecutivo daña la carrera de la mujer que rechazó sus insinuaciones amorosas; una chica decide tirar pintura sobre el auto del novio infiel. Seguramente has escuchado estas y otras historias de venganza.

La venganza, ¿un mal necesario?

El desquite es una respuesta instintiva y tiene una base biológica, de acuerdo con Dan Ariely, profesor de psicología en la Universidad de Duke. En el cerebro se experimenta placer con tan solo tomar la decisión de vengarse o imaginar la revancha. A veces es nuestra primera reacción o un deseo acariciado por mucho tiempo: “Ojalá sufra lo mismo que me hizo sufrir a mí”. Es una especie de catarsis emocional que da salida a la agresión, el enojo y el dolor de haber sido herido.

Hay personas que no necesitan vengarse.

Estas personas simplemente siguen adelante con su vida y se enfocan en otra cosa. Siempre me quedo con la duda de si niegan o esconden los sentimientos de venganza e ira que se quedan como un asunto emocional pendiente, y que más adelante resurgen en forma de ansiedad, depresión u otro síntoma.

Muchos necesitan y disfrutan de la venganza.

El vengador quiere hacer justicia y restaurar la equidad. Quiere enviar un mensaje y que sea recibido: “No me vuelvas a lastimar en el futuro”. En ocasiones, también desea recuperar la sensación de poder sobre el otro. El vengador, antes de llegar a la reconciliación o al perdón, necesita expresar su dolor por medio de la venganza.

El vengado, por su parte, ve las cosas de una forma muy diferente: con frecuencia, considera la revancha excesiva. Y si en efecto es desmedida, probablemente decida contraatacar, entrando en un ciclo interminable en el que la agresión aumenta cada vez más. Es por esto que Bert Hellinger, fundador de las Constelaciones Familiares, propone una venganza con amor.

¿Qué implica vengarse con amor?

  1. Si quieres vengarte con amor, devuelve el daño pero en grado menor. Haz que duela, pero menos. Si devuelves el daño en la misma o mayor medida, das inicio a una escalada ascendente de odio y resentimiento que daña la relación. Entonces terminan aplicando la ley del ojo por ojo, cuyo resultado, como bien prevenía Gandhi era que ambos podrían terminar tuertos o ciegos.
  2. Vengarte con amor es una forma de recuperar la igualdad, el equilibrio y la confianza entre tú y tu pareja. Para desquitarte amorosamente debes tener la conciencia de que ambos son humanos, falibles, que tienen el potencial de hacer daño al otro y ser dañados en la relación.
  3. Para practicar la revancha amorosa es esencial evitar los extremos: verte a ti mismo como absolutamente bueno, cumplidor, justo, bien portado, leal y superior. Nadie es perfecto. Evita ver al “pecador” como malo o inferior. Ambos tienen el potencial de fallar, de ser infiel al otro, dada su naturaleza humana imperfecta.
  4. Si eres el agraviado, puedes lograr un verdadero entendimiento que surja de la aceptación y el amor. Para hacerlo, es necesario, con toda honestidad, revisar tus propias formas de herir a tu pareja y dañar el compromiso. Una de las razones por las que uno de los miembros de la pareja es infiel es la sensación de abandono por parte del otro. Algunas formas de abandono son: dedicar poco tiempo a la relación, mediante el trabajo excesivo, concentrarte de lleno en un proyecto absorbente, dar mayor importancia a tu familia de origen que a tu compañera e hijos, perderte en el celular o la computadora, pasar demasiado tiempo con tus amigos.
  5. Para que la venganza con amor funcione debes estar convencido de que el acto vengativo será suficiente para dejar atrás la situación y comenzar de nuevo. Definitivamente así evitas emitir “letras de cambio” que cobrarás a tu compañer@ más adelante, de una en una, a veces durante toda la vida. Dice Joan Garriga, autor de El buen amor en la pareja: “El verdadero perdón surge de la aceptación y el amor, aunque duela”.
  6. La venganza amorosa no es un ataque ciego e impulsivo, como cortar la ropa del otro en pedacitos o pasarle el carro por encima al celular. La frase “la venganza es un plato que se sirve frío” bien puede ser una invitación a no dejarte llevar por el impulso para no crear más sufrimiento o después lamentarte. Se requiere de creatividad para que el acto vengativo no sea destructivo.
  7. Estamos hablando de una ofensa que ocurre una sola vez, no de una serie de infidelidades, por ejemplo. Dicen que “todo el mundo merece una segunda oportunidad, pero nadie es merecedor de una tercera oportunidad”. Para que la venganza sea efectiva, el ofensor debe comprender por qué necesitas vengarte. Al ser el agraviado, quieres asegurarte de que le llegue el mensaje, para así desalentarlo de volver a incurrir en el agravio.

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