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Cochecentrismo y patriarcado

05/01/2016 |09:53
Redacción El Universal
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Este texto lo empecé a escribir hace tres semanas, cuando entró en vigor el nuevo Reglamento de Tránsito del Distrito Federal, pero se me atravesaron (AHHAHAHAHAHHA ATRAVESARON AHAHAHAHA) Star Wars y el Año Nuevo y la burocracia y el invierno y la navidad y las rebajas y el recalentado. Como no ha perdido vigencia y el tema sigue medio “candente”, lo retomo hoy.

Bueno, estas semanas me he recetado, de la forma más horriblemente masoquista, las opiniones que esos seres amorfos y misteriosos, los “comentaristas del internet”, escriben sobre las nuevas (ni tan nuevas) normas viales. Y he encontrado un espantoso paralelismo entre los discursos de los automovilistas enojados y el de las personas antifeministas.

YA SÉ QUE NO ES LO MISMO Y QUE NO PUEDO COMPARAR UNA COSA CON LA OTRA QUE CÓMO ME ATREVO. Pero un poquito sí, porque cochistas y hombres son grupos privilegiados que se sienten aterrados ante la idea de que ya no van a poder hacer lo que se les dé la gana; que no se imaginan un mundo sin cochecentrismo o sin patriarcado. Entonces recurren a líneas curiosamente similares. Por ejemplo:

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-”Es que los peatones/ciclistas tampoco nos respetan a los cochistas; a todos les falta cultura vial” me recuerda a “Hay mujeres que le pegan a sus hombres, y eso también es violencia de género”.

Sí, a todos nos hace falta cultura vial. ¿Pero conocen algún país en el que les hagan examen a los ciclistas o a los peatones para serlo? No. ¿Por qué será? Porque si andas a pie o en bici, no tienes a tu cargo una máquina de dos toneladas moviéndose a 80 kilómetros por hora. Y en México, aunque una cosa conlleva más responsabilidad que las otras, a huevo quieren embutirlas en el mismo paquete, como si fuera igual que un ciclista le pegue a tu espejo o un peatón te patee el coche a que tú le avientes tu máquina de matar humanos a... un humano.

Y sobre por qué no puedes meter todas las violencias ni todos los asesinatos en la misma categoría, .

-”No todos los automovilistas” me recuerda a “No todos los hombres”.

Diariamente recibo agresiones por parte de los hombres: piropos no solicitados, comentarios sexuales, cuchicheos a mis espaldas entre grupos de machines, güeyes patiabiertos en el transporte público, compañeros de trabajo que me llaman “corazón” o “muñeca”, juicios sobre mi peso y mi apariencia. He sido testigo de cómo amigos bugas le ponen el cuerno a sus novias, pero enloquecen de furia y celos ante la sospecha (casi siempre infundada) de que ellas estén haciendo algo parecido, como charros de película del canal nueve. . Pero si te atreves a generalizar, luego luego brincan y dicen: “Pero NO TODOS LOS HOMBRES son así”. Es cierto, no se vale, dejen les hago casting a uno por uno para ver si son parte del selecto grupo de los “no todos”, obviamente con entrevistas a profundidad (AAHAHAHA PROFUNDIDAD) con sus amigues, novies, profesorus, vecines y dependientus del Oxxo más cercano para ver si sí es cierto. ¿Quién quiere empezar?

Lo mismo pasa con les cochistes. Como peatona y ciclista, constantemente temo por mi vida: me avientan lámina, me mientan la madre por exigir mi derecho a pasar primero en cruces sin semáforo, me enfrento con pendejos trepados en la cebra peatonal, encuentro sus chingaderas estacionados cómodamente sobre la banqueta y estorbando mi paso, veo cómo se pasan el alto (SIEMPRE), se me meten (AHAHAHAHAH METEN) en el ciclocarril, y cuando voy en Metrobús tengo que esperar años a que se mueva el camión porque no falta el coche que se quedó estorbando en medio de la calle porque pensó “Sí pasoooo” y lo agarró el alto.

Ah, pero no se me ocurra decir que los defeños manejan de la chingada porque “NO TODOS LOS AUTOMOVILISTAS SOMOS ASÍ, yo sí manejo bien”. Bueno, te creo; deja te aplico , seguro lo pasas, ¿no?

-”La ciudad no es segura para los ciclistas, mejor no salgas” me recuerda a “La ciudad no es segura para las mujeres, mejor no salgas”.

Porque si te pasa algo será tu culpa: se te dijo, se te advirtió. Y peor si eres mujer y ciclista, ¡uy! Mejor nos recluimos en una torre (o en un coche perpetuamente atrapado en el tráfico) en vez de tomar el espacio público que nos corresponde e intentar cambiar las cosas poco a poco.

-”No me digas cochista, pinche jodido” me recuerda a “No me digas machirulo, pinche feminazi”.

Jajaja.

-”Pinche bicinazi” me recuerda a “Pinche feminazi”.

Sí que lo he escuchado, aunque el término “bicinazi” aún no es tan popular como “feminazi”. Seguro porque los ciclistas todavía no estamos metiendo a los coches (y sus contenidos humanos) en estacionamientos de concentración, pero ya verán, muy pronto ocurrirá, ¡si el nuevo reglamento es “super fascista”!! (En serio eso decía un automovilista enojado, jaja, “¡¡¡¿¿CÓMO QUE TENEMOS QUE SEGUIR UN REGLAMENTO???!!! ESTO ES UN RÉGIMEN TOTALITARIO”).

-”Es que luego los ciclistas no traen casco” me recuerda a “Es que ella traía minifalda”.

Porque al momento de quitarte el casco, tu cabeza atrae como imán a los coches desbocados que no son capaces controlar su instinto arrollador (literalmente arrollador). No puedes confiar en estas bestias de acero, que tienen sed de sangre y un ardiente deseo de impactarse con la tersa piel del ciclista y el brillante aluminio de su vehículo.

(Aunque aquí sí hay que traer casco, oigan, porque sí sirve de algo, a diferencia de la ropa que te “cubre” como medida de seguridad: eso no debería existir.)

Es parecido a las campañas que le dicen al peatón que tenga cuidado. O sea, sí, claro que hay que tener cuidado, ¿pero por qué no hay ningún anuncio que le diga a los automovilistas que manejen como humanos civilizados y no como animales?

Etcétera. Hay muchos más, obviamente. En el caso de los comentarios generados alrededor del Reglamento de Tránsito, específicamente, son sólo un montón de rodeos y excusas para seguir aferrados a su privilegio: que si las multas se van a ir a una compañía privada, que si hay mucha corrupción, que si en no sé qué ciudad los límites de velocidad son más altos, que si Mancera es puto. Todo con tal seguir siendo los reyes de la calle.

En el caso de las notas que tratan temas de género, sieeeeeeempre hay comentarios que buscan desviar la conversación: que si el garrafón, que si el servicio militar, que si las denuncias falsas, que si es culpa de mi mamá porque así me crió, que si las feminazis peludas. Todo con tal de no reconocer que el machismo existe y de descalificar a quienes lo señalan, porque NO WEY LUEGO LAS VIEJAS VAN QUERER JUGAR FUTBOL WEY Y LUEGO YA STAR WARS VA A SER UN CHICK FLICK WEY NO SE VALE WEY.

***

Mientras escribía este texto, me topé con esto, publicado en el muro de Gabriela Alegría (, por cierto, recomiendo mil ocho mil):

“Ser mujer se parece a ser ciclista en una ciudad donde los coches representan a los hombres. En teoría, deberías poder compartir la calle equitativamente la calle con los carros, pero no funciona así. Los caminos fueron construidos para los automóviles y tú inviertes mucho esfuerzo mental y físico estando a la defensiva y evitando que te lastimen. Algunos coches QUIEREN hacerte daño. Creen que no tienes nada que estar haciendo en la calle. Y si un coche te atropella, todo mundo sale con pretextos para culparte a ti”.

Así, más o menos.