Hace dos semanas que escribí de Oliver Sacks y de mi absoluta incompetencia escolar en las clases de “Ciencias Naturales”, mencioné brevemente a la maestra de física que me había corrido del salón. Prometí ahondar en el tema y aquí estoy, con una carta imaginaria a la susodicha:
Estimada maestra de física de tercero de secundaria (en la ESANS) que me sacó de la clase y pronunció delante de todos mis compañeritos las palabras “Caras bonitas abren puertas... cerebros vacíos las cierran”:
A ver, profa, ¿es neta? Entre más lo pienso, más me ardo. Recuerdo que mi fechoría fue, asústame panteón, estar platicando. ¡Uy! ¡QUÉ CRIMEN! ¡Una niña de 14 años que no logra concentrarse en una pinche clase de huevisisisisisísima y que se distrae ante la posibilidad de una conversación, por lo menos, entretenida! ¡Habrase visto semejante atrevimiento! Sí, señora, me queda clarísimo que esa era evidencia científica suficiente para asumir que mi cerebro estaba lleno de fruti-lupis y afirmarlo en voz alta.
¿O no sería un prejuicio misógino? ¿Una presuposición de que todas las mujeres son tontas a menos de que demuestren lo contrario? ¿De que si no cumplen con el estereotipo de la niña calladita, bienportada y de perfil bajo, es imposible que sean inteligentes? ¿De que la única manera en que las chicas podemos abrirnos puertas en la vida es a través de nuestra imagen? Porque nunca la escuché pronunciar algo así para regañar a mis compañeros hombres.
¿Sí está consciente del daño que pueden hacer las palabras hirientes a les chamaques de esa edad? Quizá hoy, veinte años después, ya medio tenga una noción, pero en 1996 nadie sabía lo que era el “bullying” y era impensable que los maestros tuvieran algo que ver con el acoso colegial, cuando todos los que asistimos a escuelas piteras como la Anexa sabemos que son los primeros en provocarlo y encubrirlo. A lo mejor ahorita, que los jóvenes de clase media están más conscientes de sus derechos y los pueden gugulear, le daría más miedito vociferar ese tipo de pendejadas contra una alumna, frente a más de 30 testigos armados con teléfonos inteligentes.
Además, ¿sí se da cuenta de la desmotivación? ¿Qué tal que yo no hubiera sido un cero a la izquierda en las ciencias, y simplemente hubiera encontrado su clase mortalmente aburrida por lo chafa que estaba? Obviamente no fue el caso (que yo fuera lista para la materia, porque la clase sí estaba horrible), pero usted no tenía manera de saberlo. ¿Sí ubica que muchas mujeres que tienen potencial para las ciencias deciden echarse para atrás por la forma en que las molestaron antes de entrar a la universidad? Aquí le dejo un artículo al respecto, aunque supongo que no lo va a leer.
¿Y sabe por qué supongo que no lo va a leer? Porque por morbosa me metí a su Facebook. Su cuenta no está abierta al público, pero pude ver algunas cosas, como su foto de perfil rodeada de alumnos paleros de la misma secundaria, y que en su muro comparte constantemente... horóscopos. HORÓSCOPOS. La maestra de FÍSICA de una institución educativa con delirios de grandeza, la mujer encargada de plantar la semilla de la curiosidad científica en cientos de los niñadolescentes, en vez de rolar textos de Nature, Scientific American, Todo sobre el espacio o de perdis la revista ¿Cómo ves?, postea mamadas astrológicas. Qué bonita se ve promoviendo el pensamiento mágico en un país que idolatra a Walter Mercado y a Esteban Mayo pero que considera peligrosos a los científicos.
Ay, señora. ¿Quién es la del cerebro vacío ahora?
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¿Y a ustedes qué cosas lindas les dijeron sus profes en la escuela? Si son historias de la Secundaria Anexa, mejor, ñaca ñaca.