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Pffff, ooooobviamente no pasé toda la semana pasada viendo los 120 capítulos de Mirada de mujer en YouTube.
Bueno, un poquito. Bueno, algo. Bueno, sí. En mi defensa, debo aclarar que fastforguardeé todas las partes aburridas, que eran muchas. Eso sí, no pude evitar detenerme y poner mucha atención en las escenas de guapor de Ari Telch, con su pelaje y su bigotazo.
¿Se acuerdan del fenómeno mediático que fue esta telenovela en los noventa? En mi casa no la veíamos religiosamente (sólo había una tele porque éramos POBREEEES) y a mí no me interesaba mucho, porque ya había tantitito internet y además acababa de descubrir MTV y estaba ob-se-sio-na-da con el pinche canal, aunque odiara el 90% de la música que programaban. Pero era inevitable ver las portadas de revista y escuchar las pláticas en la escuela y en las reuniones “de adultos” y en la calle y en todos lados. No había a donde huir: era como intentar no escuchar “Los caminos de la vida” o “Cómo te voy a olvidar” en aquella época.
La razón de su éxito, además de que estaba muy bien hechecita, era que tocaba temas “polémicos”, empezando por la premisa: una mujer de 50 anda con un güey de 34. Hasta la fecha, me imagino el escándalo que algo así provocaría, incluso entre mis amigos más progres: “Vieja lagartona” o “Ese güey se buscó una mamá”, dirían. Al revés no sería tan “mal visto” (yo misma anduve con un güey que me llevaba 17 años, y sí había algo de cábula por su chavorruquez, pero leve). O sea que, en ese sentido, seguimos atrapados en los noventa... del siglo XIX.
Mirada de mujer se alejaba de las telenovelas del montón porque los personajes no eran maniqueos ni planos, además de que había chavas que trabajaban y se la pasaban explicando de forma muy didáctica que “el rol de la mujer de hoy en día es diferente que hace décadas”. Chido. Pero a pesar de que Epigmenio Ibarra y Carlos Payán eran los meros meros detrás de cámaras, el programa seguía siendo superconservador en algunas cosas:
(Todo esto contiene un chingo de spoilers, pero supongo que se vale porque ya pasaron 17 años.)
-La hija mayor (Adriana, interpretada por María Renée Prudencio), estudiante de Derecho, tiene relaciones sexuales con su novio. Aunque dicen usar no-sé-qué método anticonceptivo, se embaraza porque ESO TE PASA POR ANDAR COGIENDO. Ella no lo quiere, así que decide abortar pero a la mera hora se echa para atrás (como en aquel entonces era ilegal, supongo que el departamento de buenas costumbres de TV Azteca hubiera matado al personaje). Entonces ooooobviamente se casan. Luego ella pierde al hijo espontáneamente porque DRAMA. Al final, aunque sigue estudiando y el 80% de las escenas con su marido semialcohólico son de peleas y discusiones, se embaraza oooootra vez y ahora sí todos son muy felices porque “es una bendición”.
-El hijo de en medio (Andrés, interpretado por Plutarco Haza) pierde su virginidad con una amiga de su mamá, una MUJER MAYOR. ¡Escándalo! Luego tiene una novia... NEGRAAAAA. La familia conservadora pone el grito en el cielo y se quieren morir. Pffff. El escándalo real, el verdadero “amor prohibido”, es que él anduviera con una chava indígena, pero se me hace que eso era demasiado tabú y las reacciones racistas por parte del público hubieran sido tan incendiarias que mejor ahí la dejamos, mano.
Bueno, pues la novia NEGRAAAA no quiere “hacer el amor” antes del matrimonio, así que ooobviamente se casan, todos escuincles y sin dinero, como canción de Meat Loaf. Nunca nadie cuestiona la decisión en sí, nomás se las hacen de tos por ser una relación “interracial” (jaja). Ah, pero antes de la boda, él busca a la amante mayor, y como es hombre no hay problema que le ponga el cuerno a su chava en secreto porque “todavía no es su esposa”, tons “se vale”.
-La primera vez que la hija menor (Mónica, interpretada por la debutante Bárbara Mori) sale a una fiesta, un desconocido la viola, porque todos sabemos que esa es la consecuencia obvia y natural de... ir a fiestas. Cuando eres mujer, claro. Oooooobviamente queda embarazada porque TELENOVELA. Aunque todos le dicen que aquí sí se vale abortar, decide tenerlo, pero luego dice que siempre no, y luego por fastforguardear ya no supe qué pasó. En las reseñas de Mirada de mujer, el regreso (churrazo) dice que sí lo tuvo y que el niño era “su motivación para vivir”. Para justificarlos, según yo lo de la violación y el hijo no estaba en el guión original, tuvieron que sacárselo de la manga porque Mori se embarazó en la vida real, y por como era el personaje, no había manera de que tuviera “encuentros carnales” de forma voluntaria con nadie antes del matrimonio. Igual fue una salida pésima.
-A la amiga “promiscua” de María Inés (Paulina, interpretada por Margarita Gralia; la misma que tiene romance con el hijo), ooooobviamente le pegan el VIH. A pesar de que se echa un choro muy chido de por qué va a ser injusto que la sociedad la juzgue y de que todo el asunto sirvió para meter una escenas superdidácticas e informativas acerca de la enfermedad (muy necesarias en aquel entonces), está horrible que le diera a ella y no, por ejemplo, a alguno de los maridos ponecuernos. Mal, muy mal. Además luego se muere por una babosada no relacionada, y aunque muy velozmente se explica que “no fue de sida”, el mundo lo recuerda como que sí. O sea: trascendió que si eres mujer y andas cogiendo TE VAS A MORIR.
Con ella misma hay capítulo espantoso. El mismo güey que le contagia el VIH, un amante mamado y agresivo, la viola, la golpea y le roba. Alejandro Salas (Ari Telch), el graaaaan héroe, el hombre ejemplar, le dice que ella “de una u otra forma se lo buscó”. Vean a partir del minuto 12:55 del video que pongo acá abajo. Horrible. Otra escena asquerosa es a partir del minuto 18:17, en la que varias mujeres narran los abusos que sufrieron en el ministerio público, y luego llega un hombre golpeado por su mujer; ellas no le creen y hasta lo insultan, en una especie de metamensaje que dice “Pobres hombres, a ellos también los golpean pero pinches viejas histéricas los descalifican, ellas tienen todas las ‘ventajas’”. Luego Alejandro se hace el chistosito y trivializa la violencia doméstica. Ay no, no, no, qué pinche.
https://www.youtube.com/embed/E9z85FS1kjA
-Algo parecido pasa con el pedo de que la jefa de Ari Telch (Marcela, interpretada por Carmen Madrid) lo acosa muy cabrón. Esa parte de la historia está chida, pero por un par de escenas y diálogos, también plantean entre líneas un metamensaje tipo “Ya ven, pinches viejas, a nosotros también nos pasa; pinche Marcela, qué se queja de que el raboverde de ventas le haga insinuaciones si ella anda ahí molestando al bigotón”, y pues pffff. O sea, sí pasa y qué gacho, pero no quieran comparar una cosa con la otra. Bueno, no se preocupen porque al final triunfa el amor.
Y ya, el mero final está chido porque María Inés, que no tenía una carrera universitaria ni hablaba inglés ni sabía nada de la vida fuera de la casa familiar, pone su propio negocio de plantitas, se independiza y descubre que no necesita de los hombres para ser feliz. Me encanta que ni vuelve con el ex marido rico ni se casa con Ari Telch. En ese sentido es como Alice, de Woody Allen, pero sin el chino ni la magia.
PERO QUÉ CREEN.
Mirada de mujer es un refrito de una serie colombiana de 1992, Señora Isabel. En muchas escenas que chequé al aventón, está casi casi calcada. Chale. Sí les quedó mucho mejor acá, por actuaciones y dirección y fotografía y diálogos y hasta arte y vestuario, pero pff, ¿por qué no podemos tener nada decoroso en la tele nacional que no sea copia de algo extranjero?
Bueno, ¿y su semana cómo estuvo? ¿Qué telenovela de los noventa vieron en YouTube? Cuéntenme.