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Para Halloween: la extraña ola de financieros suicidas

Para Halloween: la extraña ola de financieros suicidas
30/10/2015 |03:35
Redacción El Universal
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Aunque suene al típico cuento de terror para espantar a incautos, estas muertes fueron reales y de hecho preocuparon a Wall Street a principios del año pasado.

Ya fuera de un balazo, ahorcados o incluso saltando desde lo más alto de sus edificios corporativos, fueron casos de financieros que se quitaron la vida casi como en plaga, hasta que de repente, la macabra tendencia simplemente se detuvo.

Fueron dos meses tensos que conmocionaron incluso a los inversionistas, quienes temían se tratara de una señal de lo que podría venir: una crisis más profunda que la del 2008, y que los fallecidos del Deutsche Bank, J.P. Morgan, entre otras firmas, prefirieron no padecer en vida.

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Curiosamente lo que sí aconteció al año siguiente, en este 2015, fue la moratoria de la deuda en Grecia y la incertidumbre por el movimiento de tasas de la Reserva Federal, lo que derivó en nerviosismo en los mercados y la depreciación frente al dólar de distintas divisas, entre ellas el peso.

¿Coincidencia? De menos la anécdota resulta inquietante y hasta la fecha no hay una explicación convincente de las razones que tuvieron esos ejecutivos y analistas -todos exitosos, sin problemas de dinero- como para decidir despedirse de este mundo, y con apenas unos cuantos de días de diferencia.

Todo empezó un domingo cualquiera, para ser exactos, el 26 de enero de 2014, cuando el ejecutivo senior del Deutsche Bank, William Broeksmit, de 58 años, fue encontrado por su esposa colgado en su casa en Londres, tal como recuerda un artículo del .

Un médico forense propuso que Broeksmit se sentía abandonado por sus colegas, además de preocupado por investigaciones del gobierno hacia el banco. La explicación de entonces parecía sensata.

Sin embargo, inmediatamente después se reportaron dos casos más: el primero, Karl Slym de 51 años, gerente de la compañía automotriz más grande de la India, Tata Motors, hallado muerto en un cuarto de hotel. El segundo, Gabriel Magee de 39 años, vicepresidente de Tecnología de J.P. Morgan, quien saltó del piso 33 a la vista de los empleados, según reportaba el .

Después tocó el turno a Mike Dueker de 50 años, también en enero, inicialmente reportado como desaparecido y luego hallado su cuerpo cerca del puente Tacoma, en Washington, de donde presuntamente se lanzó. Era el economista en jefe de Russell Investments, informó entonces .

Llegó entonces febrero, y la epidemia de decesos no se detenía: el fundador de la American Title Services, en Colorado, Richard Talley de 57 años, se disparaba con una pistola de clavos en su propia cochera. Tenía dos hijos menores, según detalló en su momento una nota informativa del .

Igualmente Tim Dickenson, director de comunicación para Reino Unido de la reaseguradora Swiss Re, muerto en circunstancias no aclaradas. Lo mismo Ryan Crane de 37 años, también ejecutivo de J.P. Morgan.

Por si fuera poco, también desde la cima del rascacielos sede en Hong Kong de esa legendaria firma estadounidense, Li Junjie de 33 años, sucumbió en febrero, pese a los intentos desde las alturas para que no saltara.

Todavía para marzo, ya con la alerta e incredulidad de sus colegas, fueron encontrados sin vida Autumn Radtke, directora de la casa de cambio de divisas virtuales First Meta, así como Kenneth Bellando, analista banquero de (adivinaron) J.P. Morgan, según información del .

Los meses pasaron y aunque la prensa amarillista junto a los amantes de la teorías conspirativas esperaban otra víctima, tal epidemia concluyó, aunque se convirtió en uno de las más raros momentos en la historia de las finanzas internacionales, más bien acostumbradas a lidiar con cifras y volatilidad.

¿Sabían esos financieros cosas sobre el futuro? ¿de verdad terminaron con su vida o tal vez alguien los asesinó? ¿puede suceder todavía algo en la economía del planeta o simplemente fue una serie de tristes coincidencias?

Usted amigo lector tiene la mejor opinión. Feliz Día de Muertos.

* Fotografía de J.P. Morgan, tomada por la agencia EFE

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