La masacre en Orlando, Florida, tuvo alto impacto porque si bien el autor de este atentado, Omar Mateen, no se tiene la seguridad pertenezca directamente al grupo terrorista Estado Islámico, lo que sí es seguro es que estaba influido por su ideología, de tipo radical.
La primera consecuencia evidente de este atentado, es que si se repitieran este tipo de actos terroristas antes de las elecciones presidenciales de Estados Unidos y se generase entre el electorado norteamericano una psicosis nacionalista de tipo defensiva, mezcla de temor y repulsión contra los musulmanes, este estado de ánimo se reflejaría en las urnas y llevaría a la presidencia a Donald Trump, quien está capitalizando esta circunstancia azuzando a la opinión pública norteamericana con un discurso anti islámico y presentándose como el protector del país.
Por supuesto que después de ganar la presidencia, tendría que cumplir sus promesas militaristas y podría llevar al mundo a una “guerra santa”, equivalente a las “cruzadas” del medioevo, pero con impacto global, pues Estados Unidos arrastraría al resto de los países amigos a esta aventura militarista, generando una contienda bélica de dimensión aún no dimensionada.
Recordemos que en España, en 2004, la elección presidencial la ganó José Luís Rodríguez Zapatero, quien iba muy abajo en las encuestas frente a Mariano Rajoy, hoy presidente, como consecuencia del bombazo terrorista de Al Qaeda en la estación de ferrocarril Atocha, en los suburbios de Madrid, unos cuantos días antes de la elección.
El electorado ejerció un voto de castigo contra el gobierno del presidente José María Aznar por haber apoyado a George Bush en Iraq, lo cual desató la furia islámica que se manifestó en el acto terrorista de Atocha.
Por ello hoy se vuelve importante entender la dimensión de este movimiento terrorista que si bien geográficamente opera teniendo como base Siria, Libia y Túnez, ya vemos que su impacto está siendo global a través de redes sociales y un efectivo trabajo de reclutamiento por todo el mundo, teniendo como objetivo jóvenes de un gran número de nacionalidades.
Lo que se vuelve preocupante es que los milicianos terroristas del Estado Islámico no poseen la nacionalidad de los países musulmanes, ni tienen el aspecto étnico de los miembros de Al Qaeda y menos aún la vestimenta que nos mostraban las fotografías de Osama Bin Laden.
Los nuevos terroristas tienen nacionalidades de países occidentales, alto nivel educativo y nacieron en familias no islámicas, preferentemente cristianas. La conversión al Islam fue producto de un trabajo de reclutamiento perfectamente planeado.
El prestigiado periódico brasileño A Folha de S. Paulo realizó un trabajo de investigación infiltrando periodistas en el proceso de reclutamiento del Estado Islámico en Europa.
En siguiente liga se puede obtener más información.
Después de leer este reportaje, los mexicanos no debemos sentirnos ajenos a esta problemática terrorista.
Describe este reportaje que los reporteros contactaron a un joven brasileño que había seguido el proceso para integrarse al Estado Islámico pero había desistido de hacerlo al final, al descubrir las implicaciones de esta adhesión. Sin embargo mantenía vivo el contacto con los reclutadores.
Lo invitaron a realizar juntos el reportaje y contactaron a los representantes de Isis en Madrid, donde originalmente el estudiante brasileño les conoció. Volaron a España e iniciaron el contacto directo con los reclutadores. Éstos eran dos jóvenes ingleses, simpáticos y agradables que parecían tener un aspecto inofensivo.
Según relatan los periodistas, el Estado Islámico está en búsqueda de jóvenes de países distantes y ajenos a la cultura musulmana, para que no despierten sospechas en sus viajes y puedan realizar encomiendas con total impunidad.
Generalmente se acercan en Europa a jóvenes de una edad promedio de 25 años, que se encuentren haciendo estudios de posgrado y por tanto viven lejos de sus familias, con las incomodidades que esto representa. Los buscan con alto nivel académico y que de preferencia hablen dos idiomas.
Les invitan a participar en seminarios para el estudio de El Corán, les rodean de afecto y amistad y les ofrecen dinero. Observan con discreción su carácter, estilo de vida y forma de pensar. Sólo cuando el prospecto tiene potencial empiezan a abrirle el camino a las siguientes etapas donde se perfila aún más el adoctrinamiento.
Cuando están seguros de su interés, les ofrecen un viaje a Siria o a Túnez o permanecer en Europa para contactar a otros jóvenes a los cuales reclutar, compensándoles con un alto salario.
El adoctrinamiento es sutil pero efectivo.
De forma paralela también buscan un perfil de jóvenes sin trabajo o inmersos en frustraciones y resentimientos sociales, predispuestos a iniciar una nueva aventura de vida.
A otros los reclutan a través de redes sociales.
El perfil de los nuevos miembros de ISIS, o sea el Estado Islámico, los hace indetectables, pues podrían cometer actos terroristas en su propio país de origen.
Para México este riesgo de infiltración es una realidad, pues podrían confundirse fácilmente con delincuencia organizada y sobornar a autoridades regionales de todos los niveles como lo hacen los cárteles en total impunidad.
No debemos olvidar que para un grupo terrorista como ISIS la ubicación geográfica de nuestro país es privilegiada por la colindancia con su principal enemigo, los Estados Unidos.
El terrorismo de grupos islámicos como ISIS debe ser considerado un problema de seguridad nacional. Sin embargo, nuestros gobernantes han sido pasivos y complacientes frente a los cárteles que operan en nuestro país con la complicidad de autoridades regionales, lo cual nos pone en estado de franca vulnerabilidad para enfrentar a grupos terroristas, que incluso podrían aliarse con los mismos cárteles.
El tiempo transcurre y cada vez será más difícil enfrentar este tipo de amenazas que constituyen riesgos para la seguridad nacional.
Mientras nuestra clase política sigue obsesionada con las ambiciones electorales, a las que dedica lo mejor de su atención, podrían estarse gestando fenómenos de alto riesgo para mantener la autonomía de México.