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Algunos mexicanos ya no sabemos si reír o llorar. El gasolinazo, los eventos en la Riviera Maya, el tiroteo de un adolescente en Monterrey, Canadá abandona a México en las negociaciones comerciales con EE. UU; el anuncio de Trump de la construcción del muro; y la cereza del pastel:
México cae 28 posiciones en el Índice de Percepción de la Corrupción 2016, publicado el día por Transparencia Mexicana y Transparencia Internacional. El país obtuvo una puntuación de 30 en una escala que va de 0 a 100, donde 0 es el país peor evaluado en corrupción y 100 es el mejor evaluado en la materia. La calificación actual es cinco puntos menores que la de la medición anterior.
Tristemente, rescatamos esta información presentada hace tan sólo dos días por Transparencia Mexicana, en donde se da cuenta de que las reformas anticorrupción y la primera etapa de implementación del Sistema Nacional Anticorrupción no fueron suficientes para reducir el efecto de los continuos escándalos de corrupción en todo el país y frenar la caída de México en el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) 2016.
El Índice señala que México se ubica en la posición 123 de 176 países, de entre los cuales, nuestro país, es el peor calificado dentro de los pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Esto se explica, en parte, por la falta de contrapesos reales entre poderes, los altos niveles de impunidad, así como en el número y la gravedad de los casos de corrupción expuestos ante la opinión pública.
Mucho aplaudimos la reforma constitucional y las reformas legislativas que pretenden frenar el cáncer que cercena a nuestro país: ¡LA CORRUPCIÓN! Sin embargo, hemos sido testigos de la insuficiencia de dichas reformas para materializar cambios sustantivos y del incumplimiento de nuestros políticos a los propios tiempos y reglas que ellos mismos establecen.
Pongamos como ejemplo el nombramiento del Fiscal Anticorrupción. Este nombramiento debió determinarse el año pasado. Pero, ante el cambio de titularidad de la Procuraduría General de la República y la controversia que esta designación generó, seguimos sin contar con una cabeza que enfrente todas las responsabilidades que este cargo ocupa.
Han transcurrido meses y nuestros políticos no han podido ponerse de acuerdo. Por parte de la Sociedad Civil, se ha trabajado. Se han hecho convocatorias públicas, al igual que las comparecencias, para nombrar a los ciudadanos que han de representarnos ante todo este entramado de instituciones que han de conformar, codecidir e interactuar en toda esta maquinaria de actores que han de conformar el Sistema Nacional Anticorrupción.
La Sociedad Civil se declara lista. No así, los poderes de “La Unión”. Por un lado, el Ejecutivo, mando un mensaje de “ahí les va el nuevo Fiscal General”, a lo que el Legislativo contestó “Ah … está bueno” y el Judicial sólo guardó silencio.
Vimos algo de luz cuando el Presidente decidió presentar una iniciativa que impidiera el pase automático de Procurador General a Fiscal General, acto que se dio seguido al clamor de… ¿En serio? Nos estamos saltando todas las reglas de la democracia que tanto defienden quienes nos gobiernan y nos juzgan.
No hay una clara intención de abrir las nominaciones y nombramientos de este -tan venido y traído- Sistema Nacional Anticorrupción, al escrutinio público. Lamentablemente, tampoco hay mucho interés de nosotros, los ciudadanos, por este tema.
Estamos tan hartos de todo que, si nombran al prófugo Javier Duarte, Cónsul en Dubái, no nos extrañaría (Si nombraron a su antecesor Cónsul en Barcelona ¿por qué no habrían de nombrar a Duarte en Dubái?).
Nuestra historia parece de ficción, no sé si de comedia, suspenso, o terror. Sin embargo, estoy convencida de que somos muchos ciudadanos (niños, mujeres, abuelos, enfermeras, chóferes, jardineros, servidores públicos, comerciantes, emprendedores, etc.) convencidos de que un cambio es posible. De que la semilla que sembremos puede dar frutos. De que no debemos vencernos ante la adversidad. De que juntos, podemos más. Y de que los buenos venceremos.
En el Observatorio Nacional Ciudadano estamos convencidos: ¡No debemos tirar la toalla ante todas las adversidades! ¡Tenemos una misión que nos guía! y seguiremos postulando, como uno de nuestros estandartes, el respeto a los demás, a la Cultural de la Legalidad y continuaremos trabajando para que, en conjunto demos reconocimiento especial a nuestras autoridades que han abierto puertas (No podemos hacerlo solos) para lograr mejorar nuestras condiciones en seguridad, legalidad y justicia.
El ONC no sólo será vigilante, exige un compromiso puntual para realizar un proceso transparente con participación ciudadana, deliberación pública y con el tiempo suficiente que permita la implementación del SNA en una verdadera, autónoma e independiente institución que procure justicia.
P.D. reconocimiento especial a nuestros OL y autoridades que han abierto puertas
Mariana Cendejas
Directora de Transparencia y Rendición de Cuentas
Observatorio Nacional Ciudadano
@MarianaCendejas @ObsNalCiudadano