Por Vera Penêda
Gerente de Comunicación, The Hunger Project México
Video: En la Ruta del Agua
“Ya una persona no se baña porque casi se secó el arroyo; el año que entró no ha llovido. Ahora hay poca agua, sólo da para tomar,” cuenta Concha, de 45 años. Concha vive en la comunidad de Lanim, en el municipio de Tampamolón Corona, San Luis Potosí, donde no hay agua potable ni saneamiento. Cada día, Concha, de 45 años, y su vecina Dolores, de 66 años, cargan botes y caminan aproximadamente 1.5 kilómetros. Durante su caminata pasan por laderas, alambre, y cruzan una propiedad privada, donde vaga el ganado, para recolectar agua en un arroyo. Concha hace este recorrido, cargando a su nieta de 16 meses en la espalda y tres de sus hijos la acompañan cuando regresan de la escuela por la tarde. Este arroyo es la única fuente de agua disponible. Tanto Concha como Dolores son viudas. Concha es la jefa del hogar y es responsable de sus siete hijos y dos nietos. Dolores vive con su madre, una señora mayor de 86 años, que está bajo su cuidado.
“En México, en 7 de cada 10 hogares las mujeres están a cargo de la preparación de alimentos, la limpieza del hogar y el cuidado de los hijos e hijas; según CONEVAL (2012). La falta de acceso a agua tiene un impacto directo en la vida y trabajo de las mujeres. En las zonas rurales la falta de agua afecta desproporcionadamente a las mujeres porque gran parte de las actividades que conforman su jornada diaria requieren de agua limpia para realizarse.
La falta de acceso al agua y la desigualdad de género
La falta de agua aumenta el número de horas de la jornada laboral diaria de una mujer rural. Cuando la mujer no cuenta con agua potable en su hogar, su jornada laboral se triplica. Tal como en Lanim, en muchas comunidades rurales en todos los estados de México, mujeres y niñas se ven obligadas a caminar un promedio de tres horas para encontrar agua y la fuente no siempre es potable. “En los hogares en los que es necesario acarrear agua, las mujeres dedican el 64% del tiempo de su vida a esta actividad, en detrimento de su calidad de vida,” indican varias investigaciones. A estas mujeres no les sobra tiempo para dedicarse a otra actividad económica generadora de ingreso, a estudios, descanso ni actividades de ocio.
Por otra parte, los efectos del cambio climático generan una mayor escasez de agua limpia lo que conduce a una menor producción agrícola, por lo que la seguridad alimentaria y la nutrición de las familias campesinas también se ve afectada. Sin el suministro de agua y saneamiento básicos es igualmente imposible mantener buenas prácticas de higiene, empeorando la desnutrición. Así aumenta el peligro de padecer diarrea, cólera y brotes de otras enfermedades que afectan sobretodo a los niños, niñas y las mujeres. La falta de acceso al agua también tiene un efecto en el bienestar, autoestima y nivel educativo de las adolescentes. Muchas niñas adolescentes faltan a clases o abandonan la escuela cuando alcanzan la edad menstrual por falta de instalaciones sanitarias adecuadas.
Tres soluciones sostenibles
El acceso al agua puede tener un impacto directo en el bienestar y desarrollo de las mujeres y así, abordar una de las causas fundamentales de la feminización de la pobreza y la desigualdad de género.
Para conocer más sobre nuestro trabajo para garantizar el derecho humano al agua visita: http://ow.ly/iCyl303UvCC