Estoy seguro que han vivido esta escena: llegas solo al cine, te diriges a la taquilla, pides un boleto para tal o cual película y el encargado suele preguntar -en un tono que mezcla asombro, condescendencia y  oprobio- “¿sólo un boleto?”. Curioso, la pregunta no sucede cuando pides, dos o más entradas.

Esta viñeta se repite cuando alguien pide “mesa para uno” en un restaurante o se sienta solo en la barra de un bar. La soledad en la sociedad (al menos en la mexicana) parece ser un estigma, una enfermedad que hay que curar, un “defecto” que provoca múltiples formas de rechazo, desde la pregunta en tono de lástima por parte del que atiende la taquilla hasta la tía que insistentemente cuestiona en las comidas familiares “¡Ay m’hija!, ¿cuándo vas a tener novio?”.

Mediante el uso de la farsa y la reducción al absurdo, el griego Yorgo Lanthimos exhibe el fenómeno de manera mordaz en The Lobster, su quinto largometraje y primero hablado en inglés con estrellas reconocidas de Hollywood como protagonistas.

En The Lobster los habitantes de una ciudad sin nombre están obligados a vivir en pareja o de lo contrario serán enviados a el Hotel, un lugar donde tienen 45 días para encontrar a su media naranja; de no lograrlo serán castigados con la pena máxima: ser convertidos en el animal de su preferencia. No hay homofobia en el hotel, se puede optar por tener una pareja del mismo sexo, pero lo que queda estrictamente prohibido es la bisexualidad y el onanismo.

Así, los huéspedes del hotel se dan a la tarea de encontrar afinidad con el otro a como dé lugar, ya sea por gustos comunes, defectos comunes o circunstancias comunes. Cualquier pretexto es bueno para formar pareja: que ambos cojeen, que a ambos les sangre la nariz, que ambos tengan problemas del habla o lo que sea, todo con tal de no ser convertidos en animales.

Si los 45 días límite no son suficientes, hay una opción para obtener más días: salir en las noches de caza y atrapar a los “loners”, disidentes que han escapado del hotel, que se esconden en un bosque y que, por cada uno que atrapen, se les agrega un día más a la cuenta del cazador.

El mayor mérito en de Lobster es lo afortunado de su metáfora, siempre cáustica y punzante, tersa pero a la vez oscura, maravillosamente exacta en la descripción de las taras y fobias que mueven a cientos de personas que huyen de la soledad como quien huye de la peste, que entienden a la vida en pareja no como una manera de potencializarse sino como un vil vehículo para no estar solo.

Y es que todos conocemos a alguien que, como los huéspedes del hotel, buscan afanosamente una pareja como si de ello dependiera su vida, que se auto engañan fabricando afinidad donde no la hay (“No porque les gusten las mismas mierdas quiere decir que es tu alma gemela”), que desesperados recurren a Tinder, Grindr, o la app de moda para buscar pareja, aunque las más de las veces solo derive en sexo fácil.  La regla de oro es no estar solo, porque estas personas parece que no saben, no pueden, son absolutamente incapaces de vivir consigo mismas. El autoengaño que sustituye al amor.

La navaja de Lanthimos corta parejo. A la segunda mitad del filme, uno de los huéspedes, David (excelente Collin Farrel), escapa del hotel para unirse a la resistencia, pero la cosa no resulta más esperanzadora. Tan fascistas como los del hotel, los loners tienen como regla inquebrantable no establecer relación con nadie, quedando estrictamente prohibidos los besos o cualquier tipo de contacto físico entre ellos, cavan sus propias tumbas como recordatorio de que morirán solos y no conocen la solidaridad, todo mundo debe ser independiente y autosuficiente. La cara opuesta al fascismo de la pareja resulta en un autoritarismo aún peor en aquellos que defienden la soledad a ultranza.

Todo esto se envuelve en un paquete inusual en el cine: una comedia cruel, una fábula corrosiva, una alegoría oscura sobre el infierno de las relaciones humanas, un viaje surrealista, kafkiano si se quiere, mostrado con una serenidad que hace de esta una de las películas más poderosas que se podrán ver este año, aunque en nuestro país no tuvo el favor del estreno en carteleras comerciales.

La ridiculez humana encuentra un dibujo perfecto en el cine de Lanthimos, sólo nos queda reír y reconocernos.

@elsalonrojo

PD: The Lobster puede verse a través de servicios de streaming como iTunes y Cinépolis Klic

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