Erradicar definitivamente rencor y resentimiento de nuestra convivencia social para poder construir la paz no admite regateo alguno, mucho menos de quien aspira a tomar las riendas de este país. Se trata de sanar heridas, no de profundizarlas.

No es con una nueva cárcel o con elección de los juzgadores como resolveremos el problema de la delincuencia ni tampoco de la justicia.