El cese al fuego acordado, aunque temporal, puede ser una oportunidad para la paz. Los rehenes deben ser liberados, debe permitirse el ingreso de más ayuda humanitaria

Adolfo de la Huerta fue presidente interino en 1920, tras la muerte de Carranza. Además de sus capacidades como contador y político, tenía una afición poco común entre los mandatarios de México. Desde niño ya se le reconocía su talento artístico, años más tarde, Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles también lo escucharían. Texto: Montserrat Callejas.