La historia es sencilla y la cineasta posee la sensibilidad de convocar a la plástica nortea-mericana y la mirada chejoviana para cons-truir atmósferas que hacen de lo no dicho un ancla para mirar la condición humana.

El grito desgarrador y desesperado de Virginia de la Cruz es el grito de casi todo México. Es el llanto impotente de muchos mexicanos que están sufriendo la violencia del narcotráfico y de criminales crueles y sanguinarios.