Isaac Levín y María Luisa Puga escogieron la distancia de la capital para vivir entre libros, para escribir, para disfrutar sus bibliotecas, para que el ruido del mundo estuviera bajo control.

El grupo gobernante, ensoberbecido y ciego por el poder que le confirieron los ciudadanos, decidió desmantelar de golpe las instituciones y avances que en los últimos 30 años habíamos construido los mexicanos.