Acompañar y precipitar la muerte voluntaria es un acto humano, amoroso. Despedirse de la vida cuando uno sigue siendo persona es idóneo; no aguardar a convertirse en restos humanos es la meta.

Poco se escribe en los textos de ética médica acerca de la necesidad de acompañar. Acompañar debería ser piedra angular de esa disciplina.

Se ha desatado una  suerte de nueva judeofobia a nivel mundial como apoyo a los gazatíes y en contra de la comunidad judía, independientemente de su locación.

¿Tienen derecho los dueños del mundo y de las vidas de millones de seres humanos de modificar a su antojo, necesidad y gusto la política de periódicos señeros?