Corría el año de 1997 cuando Volkswagen presentó en el Autoshow de Tokio un hiperauto, cosa que llamaba la atención, pues se trataba de una marca conocida por sus autos familiares y de precio accesible.
Para esos años, quien estaba al mando de la marca de Wolfsburg era Ferdinand Piëch, quien tenía la obsesión por demostrar que Volkswagen era capaz de hacer autos de gran calidad, deportivos y con cualidades superiores a lo que todos conocían.
Para esto, se presentó el Volkswagen W12 Syncro, un hiperauto diseñado por Giugaro que gritaba “hey, en casa también podemos vencer a BMW”. Este modelo, según su diseñador, tenía su cualidad más importante en el interior. Es decir, el motor.
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Una bestia de las pistas
El motor W12 de 5.6 litros con 420 caballos de fuerza eran algo impresionante para la época y para la marca de origen, capaces de llegar a 100 km/h en 4 segundos. Pero más que ser un concepto, Volkswagen presentó al paso de los años siguientes una versión convertible e incluso una variante más capaz, con el apellido Nardò, de 660 caballos de fuerza.
La intención de este enorme motor de 12 cilindros iba más allá del desempeño, pues también se buscaba la confiabilidad mecánica para competir de lleno con otras marcas que ya usaban motores V12 en sus modelos de alta gama.
Los prototipos creados y probados anunciaban un hito impresionante para Volkswagen, además de tener a la disposición del Grupo un nuevo motor que pudiera ser usado en vehículos insignia.
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La llegada de nuevas marcas
Pero el proyecto del Volkswagen W12 Syncro se canceló una vez que el grupo adquirió a Bugatti. Ahí, los avances técnicos obtenidos sentaron las bases para lograr algo aún más sorprendente: un motor W16.
Sin embargo, no todo fue perdido, pues el W12 fue usado en la Volkswagen Touareg, Audi A8, Bentley Continental e incluso, el Volkswagen Phaeton, que era el máximo exponente de la marca. Tanto así, que se fabricaba en una planta especial, con muros de cristal, para mostrarle al mundo el nivel de la marca. El resto del cuento con Bugatti, es historia. Y una de éxito.
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