Del mismo modo que nuestro México cuenta con la Sierra Madre Occidental y Oriental, en los Estados Unidos la contraparte de estas montañas son los Apalaches: cordillera plena de tradiciones la cual abarca desde Maine hasta el sur profundo en Georgia. El segmento central se caracteriza por su estado de preservación natural, así como su color a la distancia: la Sierra Azul, Blue Ridge Mountains, cuya distintiva tonalidad es realzada por las emanaciones naturales del isopreno de sus robles.
Una de tantas tradiciones relacionadas con esta cordillera es conocerla muy de cerca, a través del recorrido de la vereda montañosa denominada Appalachian Trail. El pueblo de montaña Hot Springs, cerca de la ciudad de Asheville, en Carolina del Norte, es uno de los puntos más atractivos de este recorrido.
Esta ciudad histórica, preservada con un aspecto basado en acero y ladrillo está imbuida de aromas ahumados como característica inescapable en sus calles, platillos y cerveza, pues es hogar de numerosas casas productoras de este confortante brebaje. En esta atractiva población, Volkswagen organizó una rodada internacional con periodistas especializados y con un recorrido muy particular como meta.
La carretera más interesante para ir de Asheville a Hot Springs, la 209, tiene un sinuoso e interesante trazado, ascendente y repleto de curvas, el cual es conocido como The Rattler (La Cascabel). A cambio del reto que consiste manejarlo, esta ruta serpenteante ofrece al visitante impresionantes vistas naturales, complementadas por rústicas cabañas, granjas y parajes. El tramo central de este camino es llamado “Shiner’s Run” por parte del restaurante local y el parador Trust.
Por lo retador de su trazo, este camino solo se disfruta a bordo de un vehículo de capacidades dinámicas superiores. De hecho, la gran mayoría de opiniones en línea sobre esta ruta está generada por motociclistas, quienes lo describen como indispensable para el acervo anecdótico del peregrino sobre dos ruedas.
Con este camino en mente, VW nos asignó un menú de automóviles totalmente orientado a sacar el máximo provecho de las 290 curvas de The Rattler. Los modelos a disposición del contingente fueron Jetta GLI, Golf GTI y el desafiante Golf R. Para más interés, en la fecha agendada el clima combinó tramos secos, tramos con lluvia y brevemente incluso presencia de nieve. Un reto para el auto y la persona.
El primer vehículo a prueba es el venerado Golf GTI . Para el año modelo 2022, llega a su octava generación, el cual tuvimos disponible con la opción de transmisión manual con seis cambios. El recorrido inicia en entorno citadino, con un camino zigzagueante en el casco urbano de Asheville bajo ligera llovizna, misma que al GTI no le causa afectación alguna. La impecable tracción de la unidad aprovecha a conciencia las 273 libras pie de torque. Salimos a autopista para seguir el recorrido, percibiendo el confort de un auto caracterizado por su enfoque deportivo, con insonorización moderada aún a revoluciones altas.
El tono de la suspensión es amable a los ocupantes. Tomamos la carretera, consumiendo curvas y ganando altitud sensiblemente impulsados por el motor 2.0 litros de 241 caballos. La fecha del evento es propicia pues el cambio de estación da tonos naranjas y dorados al bosque, aunque, por otro lado, la lluvia y neblina características de la temporada no brindan la mejor de las luces para hacerle justicia en las fotografías.
El primer cambio de conductor se realiza en Trust, un rústico parador para viajeros en la ruta 209, a partir del cual tomamos camino en el Golf R. La expectativa de rudeza o intolerancia asociada a la versión más extrema de Golf rápidamente es sustituida por el disfrute de una calibración sumamente amable al conductor. Cuenta con 315 caballos, tracción integral con torque vectorial y, en el caso de la unidad probada, una transmisión de seis velocidades manual con un comportamiento destacable.
Para el cambio de conductores y refrigerio de mitad de ruta, paramos en Hot Springs, entre colinas boscosas y cabañas para senderistas. El regreso es a bordo del Jetta GLI, el cual, con perfil relativamente modesto, ofrece una experiencia significativamente cercana a la obtenida con sus hermanos Golf. Cabe tener en cuenta que el punto más alto de la ruta está a 1185 metros sobre el nivel del mar.
De hecho, al pasar por el punto más elevado referido, nos encontrábamos conduciendo entre copos de nieve. La potencia del Jetta GLI es de 228 caballos, encontrándose en su elemento con esta sinuosa y ascendente carretera gracias al diferencial activo XDS. A pesar de la lluvia y la entusiasta conducción, nunca se requirió asistencia del sistema electrónico de estabilidad.
De regreso en Asheville la marca puso a disposición del grupo más unidades, y probamos adicionalmente un Golf GTI en este caso con transmisión automática, y añadimos a la experiencia un breve pero interesante recorrido urbano, para conocer la zona del River Arts District, la cual además de sus característicos grafitti se distingue por tener un pavimento sumamente deteriorado, pero por parte del Golf automático obtuvimos un comportamiento totalmente adaptado al maltrato de barrio, con arranque, frenada y cambios de dirección dignos del apelativo GTI. El corto botón de la transmisión es muy característico, creando una atmósfera afín a anteriores generaciones Golf.
Si bien la marca hizo mutis cuando se les cuestionó específicamente sobre la llegada de las unidades a territorio nacional, sabemos que el cliente mexicano es protagonista en las estrategias de VW en el mundo.