La historia de la Fórmula 1 está llena de mitos y leyendas. A pesar de que, a veces, estas historias suenan poco probables, la máxima categoría del automovilismo se ha destacado por sus excesos, pilotos fuera de control y una que otra “apuesta” fuera de lo común.
El GP de Bélgica, celebrado en Spa-Francorchamps , es una de las carreras más demandantes de todo el calendario de la F1 gracias a sus curvas a altas velocidades. Entre ellas, destacan Radillon y Eau Rouge, mismas que han provocado incontables accidentes e incluso la muerte de algunos pilotos.
Hoy en día, los monoplazas actuales permiten a los pilotos pasar esta curva sin tener que levantar el pie del acelerador, pero en 1999 las cosas eran diferentes. En esa entonces, era necesario desacelerar levemente a la entrada de la curva para poder pasar sin sufrir un accidente.
Fue entonces, que en 1999, Jacques Villeneuve y Ricardo Zonta, pilotos de la recién estrenada escudería BAR, hicieron una apuesta sin medir las consecuencias que esto podría traer. El reto era simple: quien pasara por Radillon y Eau Rouge sin levantar el pie del acelerador ganaba un “bono” al final de la carrera.
Este “bono” no era parte de su pago por parte de BAR, pues sería cubierto por aquel piloto que perdiera la apuesta. Curiosamente, el año pasado, Villeneuve había tratado de hacer esta misma hazaña, pero falló y estrelló su monoplaza en la barda de contención.
Tentado por dominar la curva, el viernes durante la sesión de prácticas decidió proponerle la apuesta a Zonta, quien aceptó sin dudarlo. Ambos se subieron a su monoplaza y dieron un par de vueltas de calentamiento para tratar de atacar la difícil sección de la pista.
El primero en intentarlo fue Jacques y, como era de esperarse, terminó involucrado en un fuerte accidente que paró la sesión con banderas rojas. Era prácticamente una calca de lo sucedido el año pasado, solo que ahora el monoplaza era pérdida total. El valor aproximado del BAR 01 de ese año era de 3 millones de dólares.
Villeneuve se bajó por sus propios medios del auto y los comisarios comenzaron a limpiar la pista para continuar con la sesión. Dada la naturaleza del accidente, se pensaba que Zonta abandonaría la apuesta, pero no fue así.
Una vez reanudada la sesión, Zonta intentó hacer lo mismo con el BAR 02. Tal y como si de una repetición del accidente de Villeneuve, Zonta se estrelló de la misma forma, dejando completamente destruido su monoplaza. Esto entonces significaba una pérdida de 6 millones de dólares para BAR, en solo 15 minutos y por una apuesta que ninguno de los dos pilotos ganó.
“Recuerdo estar en los pits revisando los temas sobre el choque de Villeneuve cuando me avisaron del accidente de Zonta. No lo podía creer, habíamos perdido muchísimo dinero en cuestión de minutos por un juego de niños,” comentó en su momento Craig Pollock, director de British American Racing.
Sin embargo, el equipo puso manos a la obra para poder recuperar ambos autos para la sesión de calificación del día siguiente. Jacques, aceptando la culpa de la apuesta, ordenó al piloto de su jet privado volar a Ardenas para ahí ver al camión del equipo que transportaba dos monoplazas idénticos para una sesión de pruebas en Monza.
Sin embargo, estos monoplazas no estaban homologados para competir, pero tenían un gran número de piezas clave que funcionarían para reparar los autos accidentados. De esta forma, BAR logró recuperar ambos monoplazas para que compitieran sus pilotos en la carrera del domingo.
La carrera estuvo lejos de ser algo emocionante y los pilotos de BAR tuvieron una actuación promedio. Villeneuve terminó en decimoquinto lugar, mientras que Zonta tuvo que abandonar por problemas en la transmisión habiendo completado solo 14 vueltas.
