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Más allá de interpretar el entrañable personaje de Brian O'Conner en la saga de películas de “Rápido y Furioso” , Paul Walker era un conocido entusiasta de los autos y particularmente, de los ejemplares de competencia que él mismo modificó para correr en diversos seriales amateurs en los Estados Unidos.
Así, pues, en el trágico accidente que le quitó la vida el 30 de noviembre de 2013, más allá de causar una pérdida en el mundo del séptimo arte, diversas organizaciones automovilísticas lamentaron su muerte a causa de la pasión que los motores generaban en Walker .
A poco más de seis años de su fallecimiento, la familia de Walker y la casa de subastas Barrett Jackson anunciaron la semana pasada la realización de una subasta de 21 de sus vehículos, incluyendo tres motocicletas, que fueron propiedad del actor y tienen un valor especial por haberle pertenecido y, al mismo tiempo, contar con atractivas modificaciones para mejorar su desempeño.
Dicha licitación se llevó a cabo el martes pasado y en ella se reunieron más de 2.3 millones de dólares entre los interesados compradores de alguna de las joyas que pertenecieron al actor.
Entre las piezas más destacadas se encontraba un Nissan 370Z que apareción en la quinta entrega de la saga y que, además, cuenta con distinguidas modificaciones mecánicas al V6 que equipa y además, no fue modificado de su aspecto en la película.
Otra de los unidades que figuran en su colección es un BMW M3 con nomenclatura generacional E-36, el cual fue sometido a un trabajo de reconfiguración en su carrocería para hacerlo más ligero. Este ejemplar fue el que mayor valor alcanzó con la recuperación de 1.3 millones de dólares.
Una de las "gangas" que era posible encontrar en esta subasta era un Nissan Skyline R32 que se vendió en 103 mil dólares y que, de acuerdo con la descripción de la casa de subastas, "se encuentra en un estado íntegro en lo estético y lo mecánico".