Uno de los principios básicos de la seguridad vial es la atención que el conductor pone al camino, a los vehículos que lo rodean, a los indicadores de su tablero, a los peatones, a las señales de tránsito y a un sinfín de elementos que encuentra en su trayecto. Pero un recorrido sin sobresaltos no sería posible si el ser humano no tuviera la capacidad de distribuir su concentración de diferentes maneras.
De acuerdo con Bitbrain, empresa dedicada a la neurotecnología, la atención se entiende como “la capacidad de generar, seleccionar, dirigir y mantener un nivel de activación adecuado para procesar la información relevante. Es un proceso que tiene lugar a nivel cognitivo y que permite orientarnos hacia aquellos estímulos que son relevantes, ignorando a los que no lo son para actuar en consecuencia”.
Al estar detrás del volante, un automovilista responde a estímulos visuales y sonoros, por lo cual se apoya, particularmente en tres tipos de atenciones, de acuerdo con la Fundación Mapfre: selectiva, sostenida y dividida.
La selectiva, también conocida como focalizada, alude a la concentración “en una sola fuente de información y en la realización de una única tarea, excluyendo a aquellas otras fuentes que puedan interferir en ella (como las personas que gustan de bajarle a la música antes de ejecutar alguna maniobra)”, detalla la Fundación Cantabria Ayuda al Déficit de Atención e Hiperactividad (CADAH).
Para entender este concepto, el psicólogo inglés Donald Broadbent desarrolló el modelo de filtro rígido o cuello de botella, con el cual explicó cómo nuestro sistema, para evitar saturarse, elige el estímulo más importante cuando recibe una gran cantidad de información al mismo tiempo. Por ejemplo, cuando los conductores se centran en tomar la salida correcta y omiten lo que está diciendo el conductor del noticiero que va escuchando, la plática con el copiloto o el sonido de notificación en su teléfono. Esto pasa a un segundo plano y permanece en su ‘radar’ brevemente. Después, vienen los clásicos ‘¿Qué dijiste?’ o ‘No escuché el teléfono’.
Por otro lado, la atención sostenida “se puede entender como el tiempo que una persona es capaz de concentrarse en un estímulo simple o en una representación antes de que empiece a cometer errores”, indica la Fundación CADAH. Este recurso lo utilizas para leer rápidamente el cartel que anuncia la reducción de carriles en los próximos kilómetros.
Mientras que la dividida se refiere a los momentos en que repartimos la atención en dos o más tareas de manera simultánea: manejar y escuchar música; estacionarte y platicar; entre otros ejemplos mucho menos recomendables como conducir e ingerir alimentos o revisar tu teléfono.
Pero por mucho que esté de moda el ‘multitasking’, considera que “la capacidad de atención del ser humano no es infinita. Cuanto más la repartimos entre diferentes actividades, menos dedicamos a cada una de ellas”, resalta Mapfre en pro de reducir los accidentes automovilísticos ocasionados por distracciones del conductor como fumar, maquillarse o voltear a ver otros choques, las cuales califica como “las tres más frecuentes”.
Asimismo, hay que tomar en cuenta que esta capacidad cognitiva es limitada y llega a deteriorarse por factores como la edad , el estrés o algunas enfermedades. Para evitarlo, Bitbrain recomienda llevar a cabo juegos de gimnasia mental o 'brain training’.