Con el objetivo de superar los mil 609 km/h , el Bloodhound SSC pretende adjudicarse este récord, mediante un motor turborreactor de un Eurofighter y un cohete, los cuales producen un total de 133 mil caballos de fuerza .
Pero, ¿cómo comenzó esta historia? Nos remontamos hasta 1898, cuando el piloto Chaselloup-Laubat manejó un automóvil eléctrico , el Jeantaud Duc de fabricación francesa, y se hizo acreedor al primer récord de velocidad de la historia, al alcanzar los 63 kilómetros por hora .
Aquellos que ansiaban más velocidad tuvieron que esperar seis años antes de que se superara el primer hito importante cuando la francesa Louise Rigolly, corrió más allá de la barrera de las 160 kilómetros por hora, llegando a los 166 km/h en su auto con motor de combustión interna Gobron-Brillie. El vehículo motorizado todavía estaba en sus etapas de desarrollo, pero la edad de la velocidad había llegado bien y de verdad.
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Los motores evolucionaron, la aerodinámica mejoró y la competencia explotó
; La carrera por ser la persona más rápida del planeta vio a hombres y mujeres arriesgar sus vidas para conseguir el récord. Tal fue la tasa de desarrollo en estos primeros años que los registros se hicieron y rompieron en el transcurso de unos días. Pero la ambición de ser los mejores hizo que los pilotos regresaran y los ingenieros superaran los límites.
Como en la vida, los riesgos estuvieron presentes y la tragedia nunca estuvo muy lejos. Pues en el intento de batir récord de 1928 del ganador de la Indy 500, Frank Lockhart, resultó en su muerte en la playa de Daytona después de que la explosión de un neumático provocara que el auto se volteara cuando corría a alta velocidad, arrojándolo de su automóvil antes de que se pudiera establecer un récord.
A pesar de esto, las mejoras en el rendimiento del automóvil llegaron rápidamente y en 1935 se superó el límite de 482 km/h , con Sir Malcolm Campbell acelerando hasta los 484 kilómetros por hora en su Railton Rolls-Royce Bluebird. Los motores de combustión interna convencionales estaban alcanzando velocidades fantásticas en aquel momento, pero pronto serían reemplazados por una nueva tecnología.
A medida que la depresión de los años 30 se desvaneció en un recuerdo lejano, la libertad de los años sesenta engendró una nueva era de fuentes de energía alternativas. En el año 1964, el hijo de Sir Malcolm Campbell, Donald, alcanzó los 648 kilómetros por hora en su Bluebird-Proteus CN7 con motor de turbina.
Esto fue seguido por una serie de intentos de propulsión a chorro, lo que resultó en récords de más de 965 kilómetros por hora en solo un año. Sin embargo,llegar a más de mil kilómetros por hora no se alcanzaría hasta que se creó el turboventilador Thrust SSC II , el predecesor de Bloodhound con un máximo de mil 227 kilómetros por hora alcanzados en 1997.
Ese récord sigue en pie en la actualidad, y sigue siendo la marca para los intentos de superar si algún piloto quiere ver su nombre grabado en los libros de récords. Tal es la competencia que simplemente vencer los mil 227 km/h no es suficiente : los principales contendientes de hoy están apuntando a los mil 609 kilómetros por hora.
Sin embargo, las consecuencias provocadas por la pandemia de coronavirus han impedido que se realicen nuevos intentos de batir este récord, por lo que estará en espera al menos hasta el año 2022 .